Fundaciones14/08/2020

Engaños de la industria del tabaco

Esta entrada fue publicada a lo largo del curso 2019-2020 y la recuperamos ahora en este tiempo de verano, para nuestros lectores y lectoras.

A pesar de que las investigaciones dejan claro que el tabaco mata.

A pesar de que en los 19 años del siglo XXI, se calcula que el tabaco ha matado a 100 millones de personas, cerca de 160 muertes diarias en España.

A pesar de todo eso, el número de fumadores crece, cada vez hay más adictos, sobre todo entre la juventud y entre las mujeres. ¿Por qué?

Porque la industria del tabaco nos ha estado y nos está engañando por todos los medios de los que dispone. Veamos algunos de estos engaños.

Stanton Glantz, profesor de Medicina de la Universidad de California en San Francisco, realizó una profunda investigación sobre los efectos del tabaco en la salud, con documentos internos de las propias industrias tabaqueras y entre otras cosas, descubrió la ladina estrategia que había detrás de las campañas que pretendían evitar que los niños fumaran.

Lo que parecía un noble ejercicio de Responsabilidad Social Corporativa llevaba un mensaje subliminal: “¿Quieres dejar de ser un niño? Fuma”. La investigación se publicó en el American Journal of Public Health.

Otra estrategia fueron los llamados cigarrillos light con menos nicotina y alquitrán. Los estudios de la industria del tabaco ya iban muy por delante de los del sector sanitario.  

Científicos del Departamento de Estudios de Salud, de la Universidad de Waterloo, en Canadá, publicaron una investigación en 2006 en el que reflejaban que la British-American Tobacco, había estudiado la cantidad exacta de nicotina y alquitrán para crear y conservar la adicción; además los fumadores varían su comportamiento de inhalación para regular los niveles de nicotina y compensar los llamados cigarrillos light, fumándolos más intensamente y en mayor cantidad. Terminaban matando lo mismo y se vendían más cajetillas.

En la medida que las clases sociales con mayor nivel educativo se concienciaron, fueron dejando de fumar. Entonces la industria del tabaco se dirigió a las clases bajas y las ventas siguieron creciendo. Fueron famosas las pintadas del estilo “antes nos lo hacías plantar, ahora queréis que nos lo fumemos” que se extendieron por el sur de los Estados Unidos por los descendientes de los antiguos esclavos.

Las campañas en los países del tercer mundo y aquellos en vías de desarrollo fueron muy enérgicas, China, con un quinto de la población mundial, consume un tercio de todo el tabaco producido en el mundo.

Uno de los engaños más constantes son las investigaciones manipuladas. Científicos pagados, o mejor dicho, comprados, para ofrecer la versión que interesa a la industria del tabaco. Se llegó a plantear que el tabaco era en realidad un calmante frente a la irritación de bronquios que los pacientes tenían por canceres que no se relacionaban con el consumo de tabaco. Los científicos corrompidos revisaron los estudios publicados desacreditando a los investigadores independientes, financiación no les falta. Hasta que no se realizó una revisión sistemática de estudios sobre los efectos del tabaco, no se comprobó que las únicas publicaciones que defendían que no existían efectos dañinos, eran las financiadas por el propio sector del tabaco.

Según Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública, «el cáncer de pulmón apenas existiría si no fuera por el tabaco». En los últimos diez años se han desarrollado de pocas a ninguna campaña nacional sobre los riesgos del tabaco. La legislación se ha quedado obsoleta y no se aplica adecuadamente. Los impuestos recaudados no justifican la permisividad hacia una sustancia que mata. Hacen falta programas de superación de la adicción, eficaces y gratuitos.

Pero ante todo hace falta la decisión clara de cuidar nuestra salud y no dejarse engañar por la publicidad, la presión ni los mitos. El tabaco mata.