Papá está en casa
Este #CuentoDeLosViernes viene cargado de nostalgia y con una bella historia familiar.
María mira nostálgica cielo, tejados y agujas de los campanarios que se divisan desde la terraza de su hogar. Es lo más cerca que se puede estar de la paz de espíritu. La taza de café entre las manos y el pensamiento volando a su antojo. Todo está bien. Familia, trabajo y tiempo han ido modelando su vida, fortaleciéndola, despojándola de todo lo superfluo, abrazando lo esencial.
Los recuerdos la hacen sonreír. Papá y mamá arropados hoy por los cuatro hermanos, cada uno con su propia andadura, queridos por los nietos, tranquilos en la casa, cuidando el uno del otro, disfrutando de las buenas amistades que aún les quedan, de plácidos paseos, consecuentes con su fe. Cuántas veces, ante una encrucijada, ha pensado María en cómo habría actuado papá y eso la ha guiado siempre. Quiso seguir el ejemplo de su madre en el voluntariado de Cáritas y hace unos años, junto a una de sus hijas, con orgullo realizó el curso de voluntariado para iniciar un camino nuevo y a la vez bien conocido.
Papá y mamá. Hoy serenos con la vida. Hasta hace unos años trabajando codo con codo en la empresa familiar, compartiéndolo todo. Unidos por la fe, estrictos en la educación de los hijos y comprometidos con la sociedad.
A ella y a sus hermanos, cuando eran pequeños, les dio que pensar que donaran un bajo en un barrio desfavorecido y lo llenaran de libros para convertirlo en una biblioteca municipal al servicio de las familias humildes que lo habitaban. Los cuatro hermanos preguntaban y preguntaban. Los porqués se entrelazaban con respuestas de humanidad, solidaridad y responsabilidad para con el prójimo. «Debemos devolver a la sociedad un poco de lo que nos ha dado».
De vez en cuando papá daba un sobre con dinero a María, o a los otros hermanos, y le decía que fuera al banco a ingresarlo. «Pero no digas quien eres». Eran donativos a Cáritas o a otras obras sociales.
Fueron ellos creciendo y encontrándose el mundo con una mirada implicada en cada semejante. A cada primer trabajo de los hermanos papá les ofrecía un impreso de Cáritas con una opción de donativo. Y hasta hoy. Hondo había calado lo que habían visto en casa porque sus profesiones siempre se han dirigido a la ayuda humanitaria.
María sabe, con inmenso agradecimiento, que papá está en casa, que siempre estará en esa casa íntima que es toda ella y sin perder la sonrisa sigue con la mirada perdida entre cielo, tejados y agujas de campanarios lejanos.