Agentes de Cáritas10/07/2020

Pilar Soler: «Me preocupa cómo tratar a los mayores, traerlos a la residencia no basta»

La antigua trabajadora de Cáritas, que vive en una residencia, se propone seguir reflexionando sobre la situación de las personas mayores.

Mantenemos esta charla con Pilar el día que cumple noventa y cuatro años. Es un día significativo para ella porque bien de mañana ha recibido las primeras felicitaciones  y porque, por increíble que parezca, a Pilar le han salido, en estas semanas de confinamiento, nuevos y muy buenos proyectos.

El Señor ha querido regalarle noventa y cuatro años, de momento, de vida muy fructífera. En el ámbito profesional, entre otros cargos, desempeñó el de secretaria general de Cáritas Valencia, contribuyó a la fundación de la residencia para mayores San Antonio de Benagéber de la que también fue secretaria del patronato que la rige y voluntaria desde su jubilación casi hasta que empezaron los días de pandemia. Actualmente es la representante de los usuarios de las residencias de LARES en el Consejo Valenciano de Personas Mayores de la Generalitat Valenciana.

Es testigo, en primera línea, de la vida en una residencia de mayores porque hace tres años decidió trasladarse a vivir a una en València, asumiendo lo que suponía para una mujer como ella, inteligente y activa, tener que acomodarse a unas normas dispuestas por la dirección del centro.

Pilar necesita tiempo para analizar y reflexionar lo que ha vivido estos meses de confinamiento y observación de unas rigurosas medidas de seguridad y también sobre lo que ha escuchado y leído en los medios de comunicación. Necesita tiempo para dar un diagnóstico certero sobre esas personas mayores que son desolada y dramática noticia de actualidad. Quiere que sus palabras tengan sentido para dar luz, desde Cáritas, a la sociedad responsable del bienestar de sus mayores.   

Pilar, voz privilegiada, tiene claras, eso sí, unas cuantas certezas que hoy comparte con nosotros.

«Espiritualmente me siento tranquila, muy contenta y a gusto. Lo que noto es que mis facultades bajan con la inactividad y lo tengo asumido. Estos son días de bajón, de preocupación. Es muy importante el momento que se está viviendo con los mayores. El momento es para no perderlo, ni la Iglesia, ni las familias, ni ningún miembro de la sociedad. ¡Qué hacemos con los ancianos!»

¿Ancianos apartados de la vida de familia y de la sociedad?

Ancianos que la sociedad tiene, es duro decirlo, a veces como negocio. Se han creado residencias privadas, que están muy bien, pero cuyo objetivo último no responde siempre a las necesidades de la persona mayor. Es la sociedad la que debería fomentar ese servicio al mayor, que ha contribuido a su vejez. En la Comunitat hace más de veinte años que no se ha creado una sola plaza. La Administración se ha apoyado en las residencias privadas, de la Iglesia o de empresas, con convenios de plazas, sin tener problemas de inversión ni de administración.

Como residente, ¿cuáles han sido tus emociones en estos meses de aislamiento? ¿Qué te dice el corazón?

En casa no tendría, ni muchísimo menos, lo que aquí he encontrado. Asistencia material, sanitaria y humana. Atención a la persona para que no pierda facultades cognitivas o de memoria. Sí que he echado en falta la asistencia espiritual. Es una añoranza. La dirección y el personal de la residencia están absorbidos para dar respuesta a la problemática que tienen para evitar la enfermedad y combatirla si surge. Tenemos una capilla donde se celebra misa y otros actos religiosos y en cuya preparación participamos los residentes. Ahora llega una cosa así y el sacerdote no puede venir a celebrar. En el ámbito humano hemos recibido una atención excelente. ¡Qué gente más válida toda la de la residencia! 

Habéis perdido totalmente la rutina del día a día pero eso ha fortalecido vuestra seguridad.

Nuestra seguridad y nuestra tranquilidad. Ahora es cuando verdaderamente me he dado cuenta de dónde estoy. En cuanto se dio oficialmente la voz de alarma, nos retiraron en nuestras habitaciones, siempre con las puertas abiertas, se multiplicaron las medidas de higiene y se cuidó especialmente de las personas dependientes. Todo el día ha sido un ir y venir del personal por las habitaciones para ver cómo estábamos, por si necesitábamos algo, volcado en hacer las cosas lo mejor posible, en que no nos sintiéramos solas ni aisladas. Tantos días en una habitación puede llegar a desesperar si no sientes esa preocupación y esa compañía. La encargada de temas culturales pasaba para compartir lecturas y otros entretenimientos. Escuchar el murmullo de voces fuera de la habitación ya era una compañía.

¿Ha habido algún fallecimiento por la enfermedad en la residencia?

No. La Fe se ha portado fenomenal. De asistencia y de estar pendiente. Dicho por la médica de la residencia. Nos han hecho análisis, a todo el personal y a las residentes. Han acudido a cada llamada. Yo he sentido curiosidad por tener más información pero es por mi manera de ser.

¿Qué te inquieta de todo lo ocurrido estos meses?

«Me preocupa, y mucho, cómo tratar a partir de ahora esta etapa de los mayores. Me he dado cuenta que el traerlos a la residencia no basta» aunque sepas que humana, psicológica y sanitariamente están bien. Algo hay que que replantearse. Ahí me gustaría encontrar un equipo con el que poder trabajar; que partiéramos de la realidad que hemos vivido ahora, de qué esperábamos de las residencias y qué queda que las residencias, hasta ahora, no lo han dado. Hay que cambiar muchas cosas en el sistema.
De lo que yo ya me había dado cuenta es que la persona mayor que llega a la residencia ha perdido con anterioridad parte de su personalidad. Los hijos o familiares ya, digamos, que les organizaban la vida. Y la residencia absorbe.  Si tú no tienes una vida exterior muy arraigada o no estás muy en forma de salir y entrar, de tener tus relaciones y tu actividad, te lo da todo hecho. Nada más con que los hijos o los nietos se acuerden de ir a verte de vez en cuando… Por muy bien preparado que esté el ocio, la cultura, no es tu decisión, tu interés o tu creatividad lo que cuenta. Gimnasia, lectura comentada para sacar la moraleja, pintura —que hay mucha gente que ha descubierto ahora que tenía un don para pintar—, no sabes el bien que hace para que la persona mayor esté atendida e integrada pero… no deja de ser una rutina en la que han perdido la iniciativa. En un sitio visible por el que pasamos todo el mundo cuelgan a las ocho de la mañana un cartel donde figura la fecha y el día de la semana en que estamos porque olvidas hasta el día en que vives. He tratado de buscar el sentido a esta forma de vivir.

Mucha inquietud por delante para Pilar, para ser capaz de trasmitir a la sociedad que no puede contentarse con la vida que se le ha dado, hasta ahora, a las personas mayores y que, por encima de la edad y sus cuidados específicos,  son merecedoras de la misma atención, respeto e integración que en cualquier otra etapa de su vida.