Fundaciones27/07/2022

Sobre el abuso de ansiolíticos   

Los compañeros de Proyecto Hombre Valencia nos hablan hoy de un consumo que, muchas veces, pasa desapercibido.

La ansiedad y la depresión son trastornos ante los cuáles se está produciendo un uso fácil de medicación. Según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) realizado en febrero de 2021, casi el 6% de la población está recibiendo tratamiento psicofarmacológico. Destacan los ansiolíticos, con un 58,7% y los antidepresivos, el 41,3%, seguidos de los calmantes o las pastillas para dormir. Casi el 69% lo ha tomado por lo menos durante tres meses y un 77% sigue tomándolos en la actualidad.

Los estudios de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes sitúan a España como el mayor consumidor per capita de estos productos.

Muchas realidades de la vida están siendo medicalizadas, usando alivios momentáneos para lo que es en sí misma la vida. Fracasos, perdidas, fallecimientos; acompañados de alegrías, triunfos, apoyo. La luz seria agobiante si no existiera la oscuridad y la mejor música tiene silencios. La vida no es una serie televisiva de la sobremesa y los días de fiesta son los menos, pero como los puntos de luz que embellecen el lienzo de la noche, los buenos momentos llenan de alegrías la vida. Tal vez estamos confundiendo lo que es la vida y no nos estemos preparando adecuadamente para disfrutarla, confundiendo tristeza con depresión, tensión con ansiedad.

Son varios los riesgos. Corremos el riesgo de anestesiar el sufrimiento y enmascarar el síntoma, en lugar de resolver la causa. Es como si en una herida infectada, trato la fiebre y no la infección.

Importante es el riesgo de la adicción, como explica la psiquiatra Maribel Rodríguez, un consumo constante puede generar dependencia, alteraciones en la capacidad de concentrarse, o deterioro cognitivo.

Otro problema es la desconexión emocional de nuestro entorno. Vivir sintiendo menos supone sufrir menos, pero también disfrutar menos, comprender menos y compartir menos, por lo tanto, aislarse más y sentirse más lejos de las personas que nos importan; en una palabra, soledad.

El abuso de ansiolíticos mata: el 66’8% de las muertes por intoxicación aguda, fue provocado por los hipnosedantes, según el informe de 2021 del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones.

El abuso de hipnosedantes tiene género, el de las mujeres. Las únicas sustancias psicoactivas que consumen más las mujeres que los hombres son los hipnosedantes. En algunas franjas de edad el consumo llega a ser superior hasta en siete puntos. Por una parte, encajan en los hábitos de consumo que la sociedad ha impuesto a las mujeres. El de las pastillas es un consumo socialmente aceptado y fácilmente invisible, que reduce el estigma, el rechazo hacia las personas consumidoras, rechazo más cruel hacia las mujeres que hacia los hombres. Además, se patologiza a las mujeres, la mayoría de los anuncios de somníferos utilizan mujeres.

Nos quejamos de un sistema sanitario cada vez más precarizado y desgraciadamente es real, pero no es el único problema de esta sobre-medicación. Nos olvidamos de una cultura muy arraigada en la que si sales de la consulta médica sin una receta es como si no te hubieran atendido, despreciamos el valor de cambiar de hábitos para mejorar nuestra salud, recurriendo con rapidez a la pastillita. Cuántas veces, tras darnos toda una serie de pautas para incorporarlas en nuestra vida se le dice a la médica o al médico “pero, ¿no me va a dar nada?”, cuando nos lo acaban de dar: «cambie sus hábitos de vida para mejorar su salud, si no siempre estaremos tratando un síntoma que se puede evitar, este síntoma empeorará y terminaremos por no tener tratamiento».

Adquirir hábitos saludables es como dejar de darse martillazos para no tener que tomar analgésicos por el dolor que nos produce el martillazo. Recurrir a la pastilla puede reducirse a tratar el síntoma sin trabajar la razón de ese síntoma. Buscamos el inmediatismo y la ausencia de esfuerzo, pero recuperar la salud supone un esfuerzo.

Es evidente que en situaciones de alto sufrimiento haya que reducirlo para poder trabajar las razones del mismo. Reducir el malestar para trabajar sobre las raíces conlleva retirar el medicamento cuanto antes se pueda y la mayoría de estos medicamentos están pensados para tratamientos de semanas cuando hay personas que llevan con ellos años y no están realizando ningún cambio en su vida para poder dejarlos.