Noticia03/07/2020

Cáritas Española activa varios convenios de emergencia en Centroamérica para frenar el impacto del coronavirus

Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua están muy expuestos a los efectos sociales y económicos de la pandemia.

Cáritas Española acaba de activar sendos convenios de emergencia en Honduras y Guatemala en colaboración con la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo) para apoyar las acciones de ayuda humanitaria de las Cáritas locales a las comunidades más afectadas por los efectos sociales y económicos del coronavirus, que corren el riesgo de agravarse en los próximos meses en toda la región.

En total, ambas intervenciones humanitarias suman un presupuesto de 130.000 euros, de los cuales la AECID aporta unos 102.000 euros. Próximamente se activará otra intervención similar de Cáritas Española en El Salvador.

Pronósticos pesimistas para la región

La situación de la pandemia en América Central ha ido evolucionando de forma más que preocupante en las últimas semanas. Las proyecciones que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) maneja para toda la región calculan para el próximo octubre más de 438.000 muertes por coronavirus. Los picos que los diferentes países afrontan son diversos y vienen de la mano del conjunto de medidas y actuaciones que los Gobiernos locales están y van a realizar. Se trata de unas expectativas preocupantes a corto plazo en una crisis de salud que en América no cede y donde están 5 de los 12 países del mundo más afectados por la pandemia.

Según las estimaciones de la OPS, México, El Salvador, Guatemala, Honduras, y Panamá, pueden ver el pico en agosto, mientras que Costa Rica se daría en octubre. El pronóstico sobre Nicaragua, por su parte, es complejo, ya que no es fácil calibrar su situación. En este país, varias entidades de la sociedad civil ya hablan claramente de transmisión comunitaria, con un numero dispar entre las estadísticas y datos oficiales, y los manejados por estos colectivos que agrupan a asociaciones y colectivos sanitarios. La política negacionista del Gobierno al inicio (similar a las de Trump o Bolsonaro) y el nulo número de medidas de confinamiento decretadas por las autoridades locales han sido la norma en esta fase de la pandemia. En un reciente comunicado, la Iglesia nicaragüense denunciaba esta situación y, en especial, la presión que se está realizando sobre el colectivo médico y sanitario.

Problemas añadidos: epidemias locales y temporada de huracanes

Se puede hablar de que hay una transmisión generalizada del virus en la mayor parte de América Central, mientras que el Caribe tiene puntos calientes en la frontera de Haití y la República Dominicana. A toda la zona le queda todavía un recorrido de la pandemia que, unido a la incidencia de otras enfermedades y epidemias locales como el Zika o el dengue, puede aumentar su impacto y llevar al límite a unos servicios sanitarios ya bastante colapsados. Cabe señalar que entre las principales debilidades que poseen los países de la región se encuentra la precariedad de algunos sistemas sanitarios, lo que reduce la capacidad de respuesta ante una pandemia como esta.

La zona debe estar preparada para al menos otros tres meses de nuevos casos, como señalan la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros organismos. Ante este escenario, los Gobiernos de la región deben tomar decisiones urgentes que tengan en cuenta tanto las condiciones de salud en cada país como las implicaciones económicas de esta crisis sanitaria con objeto de minimizar el impacto de la pandemia especialmente en aquellos que viven en condiciones de vulnerabilidad, exclusión o pobreza severa.

Además, toda la zona está ya, desde el pasado 1 de junio, en el arranque de la temporada de huracanes y tormentas tropicales. De hecho, hasta la fecha han impactado ya en América Central las tormentas tropicales “Amanda” y “Cristóbal”, con un impacto muy alto en infraestructuras y medios de vida en Honduras, Guatemala y El Salvador.

Algunos Gobiernos, como los de Costa Rica y Panamá, han ido ya dando pasos positivos para contener el impacto de la pandemia y proteger la salud de las poblaciones indígenas, una de las más vulnerables, a través del reconocimiento de sus derechos e iniciativas para mejorar las infraestructuras y la cobertura de servicios públicos.

Pero, en otros escenarios, la pandemia también ha sido instrumentalizada para limitar los derechos a la libertad de expresión. El caso de Nicaragua es el más claro, donde el Gobierno ha dificultado, y en ocasiones presionado, a colectivos como periodistas y blogueros para eliminar denuncias. O las limitaciones que se han dado en El Salvador, que han dado lugar a numerosos informes de aplicación excesiva y arbitraria de medidas que socavan la autoridad y la independencia de las instituciones del país, como ha señalado la Alta Comisionada de naciones Unidas para los Refugiados.

Desigualdad, violencia de género, desempleo e inseguridad alimentaria

La pandemia y sus efectos ya se han hecho notar en Centroamérica, que afronta el coronavirus en un contexto económico, político y social complicado. Antes de la pandemia, los países ya estaban sufriendo un bajo crecimiento económico y productivo, con un crecimiento de la desigualdad que ha aumentado aún más la vulnerabilidad de las poblaciones más castigadas, ha debilitado una cohesión social ya muy precaria y sometida a un alto riesgo de manifestaciones de malestar ciudadano.

Otro efecto terrible ha sido la escalada de los problemas de violencia de genero. El confinamiento ha encerrado en los hogares a víctimas y agresores, lo que ha avivado la tensión y el estrés en el ámbito doméstico generados por preocupaciones relacionadas con la seguridad, la salud y el dinero. Desde México hasta Argentina se viene haciendo un seguimiento desde marzo pasado de cuál está siendo el incremento de la violencia familiar contra las mujeres. En México, la Secretaría de Gobernación ha constatado, en base a las llamadas de auxilio reportadas al sistema de atención, que la violencia intrafamiliar creció 120% desde el anuncio de la emergencia del Covid-19 hasta la fecha. El 66% se trataría de violencia física y 24% psicológica.

Además, la región americana es la que más empleos ha perdido a causa del coronavirus, con una caída de 18,3% de horas de trabajo frente al descenso mundial del 14% en el segundo trimestre de 2020, según la OIT. Las medidas de confinamiento han interrumpido los abastos, el empleo formal e informal y, por tanto, tanto el nivel como la regularidad de los ingresos domésticos. Todo ello ha disparado el nivel de inseguridad alimentaria, que si antes de la pandemia, según datos de Naciones Unidas, afectaba a unos 4 millones de personas en la región centroamericana, ahora podrían multiplicarse por cuatro en la pandemia y post-pandemia.

Apoyo de Cáritas Española a Honduras, Guatemala y Nicaragua

En este panorama de crisis generalizada, Caritas Española viene apoyando a las Caritas de Centroamérica mediante la activación de dos convenios de emergencias, ya en marcha, en Honduras y en Guatemala, que cuentan con el apoyo económico de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). A estos se sumará, de manera inminente, otra intervención en la misma línea de Cáritas Española en El Salvador.

En el caso de Honduras, el convenio de emergencia servirá para que la red local de Cáritas en el país pueda articular un programa una respuesta humanitaria a las familias de los Departamentos de Choluteca y Comayagua más afectadas por los efectos el coronavirus. La ayuda permitirá distribuir a unas 2.200 personas (el 65% mujeres) de alimentos y productos de higiene personal y desinfección del hogar, así como un plan de preparación de técnicos, agentes comunitarios y voluntarios para apoyar a las familias, junto a una campaña de información sobre riesgos de salud y prevención.

El presupuesto total manejado por Cáritas para esta intervención humanitaria en Honduras es de casi 62.000 euros, de los cuales la AECID aporta 50.781 euros.

En Guatemala la activación del convenio se centra en acciones de asistencia humanitaria a hogares de la etnia Ch’orti’ en el Municipio de Jocotán, del Departamento de Chiquimula, una zona con alta vulnerabilidad que se ha visto agravada por el impacto de la COVID-19. Esta intervención se desarrolla en áreas del denominado Corredor Seco, tras evaluarse el riesgo de la población para garantizar su alimentación básica y proteger sus medios de vida. En estas zonas muchas familias no tienen suficientes reservas de granos básicos, se han quedado sin ingresos, se están viendo obligados a postergar su nueva siembra y tienen un acceso limitado a los mercados para aprovisionarse de productos básicos. Todo esto genera un alto riesgo de pérdida de los medios de vida de subsistencia de estos hogares de pequeños agricultores y agricultoras.

De los 68.000 euros presupuestados por Cáritas para garantizar la financiación de este proyecto en Guatemala, la AECID aporta 51.000 euros.

Junto a estas actuaciones, en el marco de la respuesta a los efectos del coronavirus en Centroamérica cabe añadir otra intervención de Cáritas Española con fondos propios de emergencia en Nicaragua para apoyar con 38.000 euros a la Cáritas local en la distribución de equipos de protección y el lanzamiento de una campaña de sensibilización en las que participan otras Cáritas donantes.

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