Cáritas parroquiales11/03/2022

Ana Eva y Rafael: «Nos centramos en la dignidad y la promoción de las personas»

Ana Eva Signes y Rafael Molinés son matrimonio y realizan su voluntariado en la Cáritas parroquial de El Buen Pastor de València.

Ana Eva y Rafael están acostumbrados a decir sí a todo lo bueno que ofrece la vida. Se dijeron sí, ante Dios, el uno al otro hace ya bastantes años; dijeron un sí lleno de admiración a la llegada de cada uno de sus dos hijos y también dijeron sí, sin pensárselo mucho, al párroco de El Buen Pastor cuando les propuso hacerse cargo de su Cáritas parroquial. De eso hace ya diez años y, junto con otras personas voluntarias, han conseguido crear un equipo que da respuesta a la necesidad de las personas más vulnerables de su barrio.

¿Es de valientes, con un trabajo y una familia que atender, comprometerse con toda la dedicación que requiere un equipo de Cáritas?

Rafael: Queremos creer que fue la Providencia la que nos quiso fichar. Nosotros ya en nuestra parroquia habitual, cuando nos casamos, estábamos en equipos de matrimonios y hacíamos voluntariado en la Cáritas de Cristo Rey.

Ana Eva: Con el trabajo y nuestros hijos, que eran entonces adolescentes, nos pilló un poco así… pero no pudimos decir que no. El responsable del equipo era muy mayor y ya quería un relevo. Otros voluntarios, también mayores, pensaron también que su etapa había finalizado y quisieron dejar paso a gente más joven. El párroco no nos conocía nada más que de vernos en misa y directamente nos propuso esta tarea. Lo cogimos con un poco de miedo pero con ilusión. El equipo se fue renovando y se puso mucho empuje para hacer las cosas bien.

¿En estos diez años ha cambiado la labor que se realiza en una Cáritas parroquial?

Rafael: Hoy diríamos que se prestaba la atención con un sistema antiguo. Ya entonces Ana Eva se empeñó en renovarlo y la verdad es que lo ha conseguido. Nos hemos ido integrando en informática y en proyectos arciprestales como economato, @rropa o empleo. También buscamos soluciones, intentando encauzar a determinadas formaciones.

Ana Eva: Era importante aprender de lo que los demás habían hecho. Ha sido todo muy progresivo pero con la idea clara desde el principio. Dejamos de dar una atención paternalista y nos centramos en la dignidad y la promoción de las personas.

Viendo lo que ha venido después ¿fue una idea visionaria ese cambio de mentalidad en la atención?

Ana Eva: Igual sí, para lo que ha sido ahora la pandemia. Nosotros hemos podido actuar de una manera relativamente fácil. La gente se quedó desorientada y muy desanimada. ¡De repente, encerrados! Fue la primera vez que utilizamos los teléfonos personales. Fuimos recogiendo los contactos telefónicos de todas las familias. No vimos otra forma de atender y había que  hacerlo. En los dos meses de confinamiento, cerrado el economato, funcionamos con Bizum con algunas familias. Luego ellas justificaban con una foto del recibo el alquiler o la comida que compraban.

Rafael: Gracias a que Ana Eva se compromete mucho con las personas participantes y da su teléfono personal, en el confinamiento, a través de formas novedosas como el Bizum, les hicimos llegar la ayuda económica que necesitaban

¿Ha variado mucho el número de familias que atendéis?

Rafael: No. Ha rondado siempre en torno a las treinta. Una prioridad para nosotros, como en Cáritas, es la promoción, la formación.  

Ana Eva: Porque es verdad que la gente que consigue despegar es la que tiene un mínimo de formación. Derivamos a centros o a cursos que hacen otras parroquias, también a Novaterra, que nos ha dado muy buenos resultados. Nosotros lo que hacemos con mucho cuidado es la Acogida. Que la escucha y la orientación sean provechosas. Pensamos que organizar proyectos supone duplicar recursos que no son necesarios.     

¿Cuál ha sido el antes y el después de la pandemia?

Ana Eva: Haciendo la memoria del 2020 nos dimos cuenta de que la parroquia se volcó en donativos y ayudamos mucho a las familias, sobre todo en el pago de recibos y en el cuidado y atención a personas mayores, que en nuestra parroquia hay muchas. Buscábamos a alguien, sobre todo entre nuestras participantes, que pudiera acudir unas horas a atenderles y si no podían cubrirlo económicamente con su pensión, se les ayudaba. En eso hemos invertido mucho dinero. Fue un año especialmente duro pero hubo mucha respuesta de las feligresía. La palabra es que la gente se sacrificó para ayudar. Fueron muy generosos.

¿La gente más joven también se sintió tocada por la necesidad de la parroquia?

Rafael: No hay mucha gente joven en la parroquia. En la pandemia, al economato sí que vinieron bastantes jóvenes. El trabajo que había que hacer era ímprobo, con descarga de cajas, preparación de bolsas, entrega, atención al teléfono porque los pedidos no se hacían en persona como antes o como ahora. La gente que se ponía al ordenador también era joven.        

Ana Eva: Algún matrimonio joven, con niños pequeños, sí que hay en la parroquia o como mis hijos, que vienen con nosotros a misa, pero grupos de gente joven no lo hay y en Cáritas tampoco. Si ha venido gente a ofrecerse, ya tienen una edad. Es un barrio de gente mayor. En Cáritas es más probable que tengamos que atender a personas mayores, dependientes, que no tienen ingresos suficientes o no tienen apoyo familiar y hay que ayudarles. Implica un cuidado especial.   

¿Se puede cubrir la necesidad de cuidado de los mayores con la necesidad de trabajo de los participantes más jóvenes?

Ana Eva: Como participantes directos, la mayoría son jóvenes, familias con niños y algunos sin documentación Y tienen que trabajar, vivir. También se da que muchas pensiones no dan para tener regularizada la persona que les cuida. Todos querríamos que tuvieran su contrato pero son dos necesidades, en ocasiones, cubiertas de esta manera.

¿Tenéis alguna actividad con los hijos, jóvenes o niños, de las personas participantes?

Ana Eva: Hemos procurado siempre con los chavales y los críos tener algo de empuje, buscarles una ilusión. Hemos participado en actividades y en campamentos de verano con las becas que da Cáritas diocesana.   

Rafael: Estamos en colaboración con SedVíes, el proyecto de las Escolapias para el refuerzo escolar y en contacto permanente con la trabajadora social para cualquier cuestión que surja, que nos inquiete, para observar y valorar.

Solo siete personas voluntarias y todo muy bien coordinado.

Ana Eva: Procuramos organizarnos bien, que el seguimiento que realizamos a cada familia lo hagan siempre las mismas voluntarias para que sea más personalizado. Después se pone en común y se pasa al SICCE. A mí lo que más me preocupa son las familias con hijos y las personas mayores.   

¿Percibís la brecha digital entre vuestras personas participantes?

Rafael: La verdad es que se manejan muy bien con los medios. Nosotros intentamos solucionar los problemas que les van surgiendo.

Ana Eva: Les ayudamos para citas con la Administración pero en solicitud de ayudas, por ejemplo, nosotros no podemos cubrirlo. Derivamos a Servicios Sociales o a la trabajadora social de SedVies cuando se trata de familias con menores de edad que acuden al proyecto.    

Ana Eva y Rafael, voluntarios dispuestos a seguir  diciendo sí a lo que Dios les proponga y que sea Él quien les muestre el mejor camino para estar cerca de las personas más vulnerables, apoyarlas y fomentar la esperanza en sus vidas.