Agentes de Cáritas23/09/2022

Ana Muñoz: «La recompensa que recibes de cada mujer a la que acompañas lo vale todo»

Ana ejerce de psicóloga en nuestro Proyecto Jere-Jere, que para muchas mujeres es su única familia.

Violencia en un círculo vicioso, en una espiral de degradación impuesta a beneficio de quien las atrapa para un negocio altamente lucrativo. Sobre todo chicas jóvenes, deshechas de cuerpo y alma  y niñas inocentes que confían en las atractivas palabras de un ojeador que les habla de un país en paz, con amplia oferta de trabajo y condiciones sociales muy ventajosas. Ellas ni se imaginan la red empresarial que hay detrás de ese hombre o mujer de mirada y voz llenas de promesas.

Nos lo cuenta Ana Muñoz Medina, mujer entusiasta, apasionada por los temas sociales. Estudió Relaciones Laborales y tras años trabajando en Recursos Humanos de varias empresas decidió embarcarse en psicología. Le gustaba mucho acercarse a la problemática que tenemos las mujeres en todo el mundo,  se especializó en violencia de género  y esa es su vida. Voluntaria en Proyecto Hombre conoció todos los programas de Cáritas, su manera de hacer las cosas, de ayudar. Desde hace un año trabaja en el programa Jere-Jere, al lado de las mujeres más heridas de la vida.

Ana, ¿con qué te encuentras en este programa de Cáritas que acompaña a mujeres en contexto de prostitución y trata? 

Las mujeres que estoy tratando son mujeres devastadas a todos los niveles, con problemáticas muy arraigadas. Vienen de sus países en situación irregular, con la promesa de que aquí van a encontrar el paraíso, que les van a ayudar en todo y a su llegada se encuentran esclavizadas, sometidas, viviendo una realidad monstruosa. No pueden salir de ahí porque las tienen enganchadas económicamente, por sus familias y por sus hijas e hijos. Y porque muchas, que tienen creencias férreas, están atemorizadas por magia negra o vudú y muestran resistencia al cambio.

¿Cuál es la vía de Cáritas para llegar hasta ellas y que confíen en vosotras?

La acción terapéutica es más costosa porque son muy vulnerables. Desconfían y tienen mucha vergüenza, pero de una forma indirecta, con mucha atención y mucho cariño iniciamos un proceso de acompañamiento, sin forzarlas,  trabajando la autoestima y al final llegamos a ellas de un modo natural creando una alianza terapéutica muy consistente.

¿Hay esperanza para ellas en la inserción sociolaboral?

Son mujeres superpotentes que han vivido verdaderos horrores y llegan a Cáritas porque necesitan que alguien las ayude. Sería fácil sacarlas si hubiera más ayudas de las Administraciones. En muchas ocasiones están en situación irregular y, por lo tanto, no pueden empadronarse y no pueden ir a Servicios Sociales, por lo que no pueden acceder a ninguna ayuda, y están abocadas a quedarse en lo que ya conocen. Algunas están tan dispuestas a salir, porque ven la trampa de la prostitución, que con cualquier cosa se conforman y luchan por salir. Otras, sobre todo cuando hay hijos e hijas detrás que mantener, lo disocian y lo aceptan como una manera de vivir sin hacer daño a nadie, sin tomar conciencia del daño que se están haciendo a ellas mismas. Tienen unas estrategias de afrontamiento brutales para superar la barbarie que viven. Cuando toman la decisión de que necesitan dar el cambio hay mujeres que llevan una trayectoria llena de obstáculos pero que ellas mismas intentan que avance. Se van a vivir con compañeras, a pisos compartidos, normalmente a malvivir y ahí entra la labor de Cáritas.

¿Qué ofrece Cáritas para que puedan dar ese cambio?

A mí no deja de asombrarme la calidad del equipo que compone Jere-Jere con un acompañamiento integral desde lo afectivo, social, económico, formativo y psicológico. Se las ayuda en todos los sentidos para que puedan prosperar y encontrar la dignidad en su forma de salir adelante. Muchas me han verbalizado que solo tienen a Cáritas, que somos su familia. Y es que no solo hay un acompañamiento profesional sino una cercanía muy profunda, muy de persona a persona.

¿Cuál es el destino de las mujeres cuando ya no interesan para el trabajo que las tiene sometidas?

O las mantienen para realizar trabajos de gestión, son madames —como ellas mismas las llaman— o están abocadas a la exclusión social malviviendo en las calles y sufriendo también violencia. Si establecen alguna relación también es de violencia, que es lo que han aprendido a vivir y, normalmente, su contexto sigue siendo el mismo.

¿Cambiarías este trabajo por algún otro?

No lo cambiaría por nada. Mi pasión y mi vida es esta. Hay una carga emocional muy fuerte, por la implicación emocional que supone. Para superar esta enorme dificultad necesitas autocuidado y trabajar con un equipo muy cohesionado. La recompensa que recibes de cada mujer a la que acompañas lo vale todo.