Nuestro día a día07/05/2024

Billy: «No hay ninguna diferencia entre unos y otros»

Llegó a España hace menos de un año y acaba de celebrar, con sus compañeros, en Cáritas, el final del Ramadán.

Bily, con valentía, dejó su vida atrás. Níger, para la mayoría de las familias, solo es país para, a duras penas, sobrevivir, tachados conceptos como enseñanza de calidad, prosperidad, esperanza o paz. Sus padres y sus hermanos, más pequeños que él, han quedado allí.

Bily, sabemos que Níger es un país rico en minerales como el uranio, sin embargo una parte muy importante de su población vive en la pobreza más cruda.

Níger es un país que tiene muchas riquezas pero, desgraciadamente, la mayoría de la población vive en la miseria. El problema es que muchas personas son ignorantes, ni siquiera saben los recursos que tiene nuestra tierra. Hay escuelas, pero lo que se enseña sirve de poco.

Llegaste a España hace menos de un año. ¿Tus padres estaban conformes con que su hijo mayor partiera?

Es que también Níger tiene una situación política muy, muy, difícil. Mis padres quisieron que me marchara. Tenían miedo por mí. Por mi vida. 

Tú y tu familia sois musulmanes y te encuentras en un país con otra religión. ¿Cómo has podido observar el Ramadán por primera vez lejos de los tuyos?

Tú puedes hacer lo que tu religión te pide. Te despiertas a las cuatro o las cinco de la madrugada y comes antes de que el sol empiece a salir.  Volvemos a comer a las seis y media o las siete de la tarde, cuando baja el sol. El resto del día ayunamos. Hacemos cinco oraciones cada día, como el resto del año, pero la última oración es más profunda, más importante. Los alimentos que tomamos son los mismos de siempre pero, cuando el sol baja, lo primero que tendrás que comer son dátiles con un pequeño vaso de leche. Es romper el kareem. Después puedes comer lo que quieras, como otro día cualquiera.

Cuando acaba el Ramadán se celebra una fiesta muy importante. ¿Cómo fue la tuya?

Es la fiesta para celebrar el fin del ayuno. Fue en un campo de baloncesto, en el parque de Benicalap. Fuimos mucha gente. Árabes, africanos árabes, africanos negros, asiáticos, también españoles. En todo nos han acompañado las personas de Cáritas para poder hacerlo bien. Pidieron los permisos y todo salió muy bien. Y en Mambré también lo celebramos con el personal y el voluntariado. Cuando acaba la fiesta también se pide el perdón porque puede que tú no sepas lo que le has hecho a otra persona o las faltas que hayas cometido. Los de Mambré también han pedido el perdón con nosotros.  

¿Igual que vosotros también celebraréis la Navidad o la Pascua con ellos?  

Sí. La Semana Santa, que acaba de pasar, la hemos celebrado aquí con ellos. Un poco como que estamos orando al mismo Dios, que es Padre de todos. No hay ninguna diferencia entre unos y otros. Nosotros rezamos, vosotros rezáis. Nosotros respetamos, vosotros respetáis. 

¿Has empezado a estudiar aquí para encontrar un trabajo y ganarte la vida?

Estoy haciendo una formación de la lengua con Cáritas, aquí en Mambré, para encontrar trabajo.

¿En qué te gustaría trabajar?

Me gustaría conducir un taxi. O trabajar en el Ayuntamiento, en la limpieza, para garantizar la naturaleza. València es una ciudad verde, que cuida la naturaleza y a mí me gustaría cuidarla también.

¿Estás en contacto con tus padres?

Sí, saben que estoy bien, que vivo con otros chicos en un piso que nos deja Cáritas hasta que encontremos trabajo. Siempre me preguntan por sus nombres. Yo les digo Vicen, Isa, Julia… Les digo que son como mis madres.

El sueño de Bily, a sus veintitrés años, es encontrar un trabajo, cuidar de esta ciudad verde de árboles y jardines y visitar a sus padres y a sus hermanitos. Cuenta con una madre protectora, Cáritas, que le guía por el camino que le pueda llevar a alcanzarlo y de un Dios, nuestro y de él,  al que ha aprendido, de los suyos, a amar con respeto y entrega.