Cáritas parroquiales22/06/2022

«Cuando ves que la gente se vuelca con las familias, dándolo todo, es genial»

Hablamos con Consue Llopis y Mª José Jover, coordinadoras de la Vicaría VI sobre la acogida a familias ucranianas.

Consue Llopis y Mª José Jover, coordinadoras de la Vicaría VI, nos cuentan cómo está siendo el trabajo con las familias ucranianas que actualmente residen en municipios de su zona.

«Cuando el párroco de Genovés comentó que Cáritas iba a abrir un centro de primera acogida y que íbamos a necesitar viviendas para que se alojaran, dos particulares del pueblo nos cedieron unas viviendas suyas. A partir de ahí, el equipo de Cáritas se puso en marcha junto a la gente del pueblo que ha estado colaborando tanto económicamente como en lo material para acondicionar las viviendas: muebles, Wi-Fi, electrodomésticos, ropa de cama…», cuenta Consue, recordando cómo se vivieron esos momentos en Genovés.

«Una vez que nos ceden las viviendas, las acondicionamos. Las personas voluntarias se ponen manos a la obra para que cuando lleguen las familias todo esté en perfecto estado. Cada vivienda cuenta con un grupo de dos o tres voluntarias que son las encargadas de hacer el acompañamiento específico a las familias ucranianas», nos explica Mª José.

Consue nos explica cómo fue la llegada de las familias al municipio valenciano de Genovés: «El 30 de marzo llegó la primera familia y el 28 de abril la segunda. El día que llegan, estamos esperándoles tanto las personas voluntarias como el personal de Cáritas y también vecinos y vecinas de Genovés. Lo primero que se hace es prepararles la primera compra. Lo siguiente es el acompañamiento en asuntos burocráticos: empadronamiento, tramitar la tarjeta sanitaria, la escolarización de los niños, tanto de los pequeños en Genovés como de los adolescentes en Xàtiva… Una vez empiezan las clases, se les acompaña al colegio, guardería o instituto. A las personas adultas, dos voluntarias se encargan de darles clase de castellano en los locales parroquiales del pueblo. También realizamos un acompañamiento para hacer la primera compra. Visitamos cada tienda para que vayan conociendo todas las opciones y puedan elegir dónde comprar. En este caso, funcionamos mediante una tarjeta solidaria. Les damos dinero en efectivo para comprar el pan o la fruta del día en el mercado, pero para el resto, reciben una tarjeta con dinero y compran con ella».

Además, hace hincapié en el compromiso que están teniendo los más jóvenes del pueblo para hacer que los chavales ucranianos se sientan arropados: «Cuando llegó la primera familia ucraniana, nos pilló casi entrando en la Semana Santa. Nos dijeron que era mejor esperar a que pasaran las fiestas para que empezaran el colegio o instituto. Lo que hicimos fue animar a los jóvenes ucranianos a ir los viernes a Confirmación. Allí conocieron a los vecinos de su edad y empezaron a socializar con ellos. Gracias a esto, cuando empezaron el instituto, ya se conocían previamente, así que los adolescentes del pueblo acudieron a las casas de las familias y se fueron juntos al autobús». El hecho de ser un pueblo pequeño, ha ayudado a que las relaciones con las familias ucranianas sean más cercana: «Nos conocemos todos, nos hemos volcado con las familias, los saludamos cuando los vemos y ellos a nosotros».

Por su parte, Mª José también nos explica cómo es la comunicación entre el voluntariado: «Nos reunimos una vez cada quince días para que cada uno cuente lo que está viendo en la familia: qué creen que les hace falta, cómo ven la situación, si se están adaptando bien, si les gusta o no, si necesitan algo concreto, si se les puede ofrecer algo que pueda irles bien…».

Consue explica cómo es la relación de las voluntarias más mayores con las familias: «El equipo de voluntarias de Cáritas aquí en Genovés está formado por personas bastante mayores. El móvil y el traductor no lo manejan bien. Existe una brecha digital que a veces las frustra, pero las propias familias se han volcado con esto y las ayudan a manejarse con las nuevas tecnologías. Les cambian el traductor de ruso a español y de español a ruso para que ellas solo tengan que hablar al móvil. Hasta ellos mismos facilitan la labor de las voluntarias».

Finalmente, ambas expresan cómo es vivir esta situación desde dentro: «Como trabajadora, ves la ilusión de las voluntarias cuando llegan las familias, cosa que impone, porque a veces hay pararse a pensar. La gente mayor piensa que las familias ucranianas vienen de una situación de guerra permanente, cosa que no es así. Ellos estaban tan tranquilos en sus casas, viviendo una vida normal. Les choca cuando llegan y ven sus habilidades sociales, cómo manejan los móviles… Por suerte, en Genovés, las familias se han adaptado muy bien. Cuando ves que la gente se vuelca con las familias, dándolo todo, es genial, sobre todo cuando los ves contentos», relata Consue, mientras Mª José explica: «Las familias son muy agradecidas. Ven que las voluntarias, personas como ellas, dan su tiempo y dinero para que se sientan como en casa. Las personas voluntarias lo están viviendo como un reto, sobre todo por el idioma. Les gustaría poder comunicarse mejor con las familias, para que pudieran sentirse libres de comunicar sus sentimientos si algo les ocurre o simplemente quieren hablar con alguien ajeno. La barrera comunicativa hace que eso sea difícil. Empatizan mucho con el sufrimiento que sienten al haber tenido que dejar a familiares en su país o con su deseo de volver a casa».