Fundaciones23/06/2021

Educación épica

El profesor Agustín Domingo Moratalla plantea unas nuevas necesidades para la educación en referencia al manejo de las nuevas tecnologías por parte de la población joven.

El profesor de Filosofía Moral y Política de la Universitat de València, Agustín Domingo Moratalla plantea unas nuevas necesidades para la educación dentro de un marco que él llama “Propuestas éticas para educadores épicos”, en referencia al manejo de las nuevas tecnologías por parte de la población joven.

En solo cinco palabras, el autor recogía la necesidad de una labor educativa, para alcanzar el uso adecuado de esa tecnología. Así, recogía la necesidad de la ética, ese conjunto de normas que se centran en el bien y se fundamentan en valores, desde la que regir la conducta. Y no se olvida de lo épico, lo heroico. Acción abnegada en beneficio de una noble causa. La educación y la salud.

Las propuestas comienzan con una muy básica: “Conoce bien la galaxia de Steve Jobs”. Sin conocer el objeto sobre el que se centra la labor educativa es muy difícil desarrollar esa labor educativa. Hay que conocer Internet, sus herramientas, sus tendencias. Mejor todavía, descubrámoslo con ellos. Entonces descubriremos las nuevas capacidades y posibilidades que abre este mundo. Mucha sanas y otras con riesgos.

Pero en el siglo XXI y en el primer mundo, no podemos ser competentes sin una relación fluida con las nuevas tecnologías: no tener esa relación nos convierte en incompetentes para muchas funciones, no solo laborales, sino sociales y culturales.

En la adolescencia hay que atender al miedo a la insignificancia. No existir en las redes, no contar con los deseados “Me gusta”, pueden ser causa de frustración, de baja autoestima y de decisiones equivocadas que lleven a una exposición peligrosa y a una dedicación excesiva.

Un síntoma claro y preocupante de esa excesiva dedicación es la “cultura del dormitorio”, que consiste en dedicar horas y horas a la vida digital encerrados en el dormitorio, e incluso al coste de horas de sueño, con el daño a la salud, personal y académico que genera vivir con sueño.

Administrar bien la vida familiar es fundamental, espacio y acciones compartidas, distribución de tiempos, comunicación. Educar desde el ejemplo y argumentarlo cuando sea el momento adecuado.

Para los padres, las madres y toda figura educativa, es fundamental conocer y poder prevenir la adicción digital. Conocerla facilita su prevención porque ayuda a detectar los primeros síntomas y los riesgos. También facilita también la labor educativa al darnos criterios de qué habilidades precisa tener la persona que se sienta frente a una pantalla.

Educarse en el manejo de una herramienta, además, tan compleja como el universo que ofrece Internet, requiere de tiempo, de acompañamiento y, por lo tanto, de espacios para la admiración y el silencio. No es una conquista de un día, ni de unos días. El aprendizaje no es exclusivamente técnico, es ante todo ético. La capacidad de tomar decisiones sometidas a uno objetivos y a unos valores.

Agustín Domingo Moratalla proponía la conveniencia de mantener cierta dieta digital, para que el resto de la vida, vida con mayúsculas, tenga tiempo y espacio para existir. Realizar ciertos ayunos digitales, como proponen muchos dietistas sobre nuestra alimentación, es muy recomendable. Nos ayuda a resituar nuestra relación con lo digital y el resto de la vida.

Su última propuesta la definía como: “Un poco de poesía, la voz a ti debida”. Se trata de darle importancia a algo que solo cada humano puede aportar: la cercanía, la empatía, el cariño. La tecnología puede enseñarnos conceptos, pero difícilmente nos humaniza. La humanización, los valores, el manejo de los sentimientos, se obtiene por osmosis, por contacto y esa variable hay que tenerla muy presente en la educación. Un filósofo español define como agente educativo a todo aquel adulto al que no le es indiferente la realidad y trata de mejorarla. Como dice Agustín Domingo, una labor ética y épica.