Economía solidaria26/05/2021

Enseñar y aprender para hacer un mundo más justo

Nuestro reportero visitó el Centro prelaboral Mambré y nos cuenta qué vio allí.

El Taller prelaboral Mambré, gestionado por el Área de Inclusión de Cáritas Valencia, tiene como objetivo principal la inserción socio-laboral de las personas participantes. Pero, como en muchos otros proyectos sociales, el aprendizaje que allí se da, directa o indirectamente, es mucho más amplio; no solo para las participantes, sino también para el voluntariado y personal contratado que dedican su tiempo a hacer que este taller siga prosperando.

A este centro generalmente llegan personas por diferentes entradas: hay mujeres que vienen del proyecto Jere-Jere, en el que sea apoya a mujeres en contexto de prostitución y víctimas de trata; otras personas vienen derivados por los Equipos de Empleo; hay quien acude por su condición de vulnerabilidad como migrante y también hay quien participa en este taller derivado del centro para personas en situación sin hogar. Además, el centro prelaboral comparte recinto con un taller donde se llevan a cabo actividades de inclusión y, algunas personas participantes en éla veces son derivadas al prelaboral.

En este lugar se adquieren muchos nuevos conocimientos, pero el objetivo detrás de todos ellos es más profundo: lo que se busca es la adquisición de disciplina y hábitos de trabajo. Al final se forman en valores como la puntualidad, la responsabilidad, la escucha, el trabajo en equipo… De esta manera, las personas participantes crean una rutina diaria y son capaces de demostrarse a sí mismas que su trabajo tiene un valor, que son tan capaces de formar parte del mundo laboral como cualquier otra persona. Es indudable que la utilidad de estos talleres no reside únicamente en enseñar oficios, también se ayuda a reconstruir psicológicamente a quienes lo están pasando mal debido a sus problemas personales, sean de la índole que sean.

Este taller dispone de unas grandes instalaciones con espacios habilitados para llevar a cabo múltiples actividades. Destaca su bonito y amplio patio interior al aire libre, que no solo sirve como apacible lugar de descanso, sino que también cuenta con un provechoso huerto, el cual está siempre bien atendido. El lugar es todo un ejemplo del valor del trabajo manual: una gran parte del mobiliario allí empleado ha sido creado por las personas participantes con la ayuda del voluntariado. Actualmente hay 17 personas voluntarias que colaboran para ofrecer su apoyo y sus enseñanzas a quienes lo necesiten.

En el centro Mambré se realizan talleres de cocina, restauración, reparación de juguetes o de bicicletas, informática, venta online, jardinería… La idea es que cada persona participante esté seis meses en el centro, en los que curse tres de estos talleres durante dos meses cada uno. De este modo aprenden distintas habilidades y se relacionan con varias personas. En el taller de jardinería se enseña a cultivar y a trabajar la tierra. En el huerto del centro prelaboral se plantan tomates, pepinos, berenjenas, pimientos, patatas… y una vez han crecido se reparten los cultivos entre las personas participantes. No solo se practica la agricultura en este huerto, sino que también acuden todas las semanas a terrenos en Masalavés y en Terramelar. 

Taller prelaboral de restauración de muebles.

Jardín en el Centro Mambré.

En el taller restauración hacen carpintería, crean nuevos objetos y restauran muebles antiguos. Es una actividad que requiere paciencia y que suele relajar a quienes la practican. El voluntario que imparte esta actividad, Federico, incide en que enseñar una habilidad manual como esta puede ayudar a que las personas sienten que lo que hacen tiene un valor, y eso puede ayudar a su autoestima. Federico fue profesor de instituto durante 36 años y cuenta que iba al centro no solo a enseñar, sino también a aprender. Su afición eran los muebles y una vez se jubiló entró en Cáritas como voluntario para ofrecer talleres de carpintería. Hoy afirma que obtiene más de lo que da, pues como en su antiguo empleo, no solo enseña. Está aprendiendo de la vida gracias a las personas participantes.

Isabel, también voluntaria del taller prelaboral recalca las palabras de Federico e incide en el hecho de que estar ahí te saca de tu zona de confort, recordándote así los privilegios que posees. La gratificación que sienten las personas que trabajan allí parece ser una constante. Ella ha impartido talleres de cocina, de costura y actualmente está en el de reparación de juguetes. Sin embargo, afirma que uno de los elementos más importantes de esas actividades es la escucha. Durante todas las tareas que hacen, la comunicación es esencial: una escucha activa hacia los participantes puede ser muy beneficiosa para ellos. En el taller de reparación de juguetes comparte el tiempo con jóvenes africanas que, por desgracia, se han tenido que separar de sus seres queridos al migrar. Por este motivo, cuando ellas se abren y le cuentan sus problemas, trata de ayudarlas al máximo y de ofrecerles consejo lo mejor posible.

En el taller de juguetes las participantes seleccionan juguetes recibidos mediante donaciones. Una vez comprobada su utilidad, se dedican a repararlos, embalarlos y fabricar cajas a medida. Consiguen que queden como nuevos. Después de esto, lo juguetes son vendidos en el taller de venta online, donde las participantes aprenden a vender productos por Internet. El dinero obtenido se reinvierte en los talleres.

Reparando juguetes se encuentra Daniela, una participante colombiana que está llevando a cabo su quinto mes en el taller prelaboral. Entró allí por las dificultades vividas durante la pandemia, y ahora se encuentra muy a gusto en ese ambiente. Comenta que le gusta enseñar a los demás los conocimientos que ella ya tiene, pues es una estudiante y además, al ser colombiana, su lengua materna es el castellano. De este modo su conversación ayuda a otras personas que no conocen tanto el idioma a aprenderlo, ya que ese es otro de los objetivos primordiales de los talleres: que todo el mundo aprenda castellano lo mejor posible. Se trata de evitar que se formen pequeños grupos entre quienes comparten idioma y así se fuercen todos a aprender castellano, algo esencial para la inserción socio-laboral. Daniela cuenta que le gusta mucho trabajar, compartir ideas y conocer diferentes culturas. En los talleres son todos muy tranquilos y no hay conflictos entre compañeros. Dice que es inevitable crear amistades con gente con la que pasas tanto tiempo.

Al final, en una sociedad donde el valor de las personas queda reducido a su productividad laboral, es reconfortante conocer lugares como el Taller prelaboral Mambré, un sitio donde, unidos por la solidaridad, una comunidad de personas participantes y voluntarias enseñan y aprenden de la mano en dirección hacia un mundo un poco más justo.