Agentes de Cáritas05/12/2019

Felices quienes dan esperanza

En el Día Internacional del Voluntariado, hablamos con una de nuestras más de 6000 personas voluntarias.

En el Día Internacional del Voluntariado es Inmaculada Gea, voluntaria de Cáritas parroquial de Inmaculada de Vera en la Malvarrosa quien comparte con todos nosotros sus reflexiones sobre esa vida singular de las personas voluntarias de Cáritas. Inmaculada es una enamorada de este barrio, como ella misma describe,  obrero, con elevada tasa de paro y abandonado de las administraciones públicas que, sin embargo, sale adelante gracias al trabajo de las asociaciones  vecinales y de las parroquias. Barrio en el que la alegría y el bullicio son la nota dominante de cada día. Barrio en el que existen los problemas, como el del boom turístico en los poblados marítimos que tienta a los propietarios de las viviendas a, aprovechando la renovación de los contratos de alquiler, duplicar o triplicar su precio obligando a las familias a abandonar el piso o menguar su economía. Barrio de excelente acogida en el que las personas migrantes están perfectamente integradas y sus hijos escolarizados.
 
Inmaculada, dinos qué, para ti, una persona voluntaria.
Pues es una persona que tiene tendencia a ayudar a los demás, que se preocupa por la sociedad en la que vive, sobre todo por su barrio, por las personas desfavorecidas…
 
Y ahora dinos qué es una persona voluntaria de Cáritas.
Ayudar a los demás es muy gratificante, pero hacerlo desde un punto de vista cristiano es, como dice el papa Francisco, ver a Dios en los ojos de las demás personas, de las más descartadas; es meterse en sus zapatos y caminar con ellas. Es dar un impulso más a tu espíritu; no solo es la fe en la ayuda al prójimo, es unirte a esas personas porque sientes de verdad que somos hermanos. 
 
¿Podríamos decir que el paso definitivo en nuestra misión de voluntariado es que no haya diferencia entre ayudador y ayudado?
La verdadera ayuda solo se produce cuando existe una confianza mutua, cuando entre las dos personas hay una comunión, cuando tú comprendes todo el entorno, todos los condicionantes que tiene la persona a la que se acompaña, intentando llegar a sus verdaderos problemas, a sus sentimientos. Y eso se consigue con el trato o cuando tú haces algo especial por esa persona, algo solamente para ella. Es ese punto de ir un poco más allá y que genera la confianza, que se da cuenta de que tú estás buscando lo mejor para ella, que te preocupas. Y cuando te mandan un Whatsapp y se deshacen en agradecimientos y te das cuenta de que lo que has hecho es darle fuerza para seguir adelante… ¡hay que vivirlo!
 
¿Llevas muchos años de voluntaria?
Llevo cuatro años, pero en el año dos mil me quedé en paro y me incorporé a Cáritas Diocesana dando clases de informática a migrantes sudamericanos hasta que me reincorporé al trabajo y ahora, en cuanto me quedé ya jubilada, aquí estoy otra vez.
 
«Ser voluntaria me ha cambiado la vida»
 
¿Qué realidades os encontráis en el barrio?  
Nosotros estamos en la parte más favorecida de la Malvarrosa. No hay personas con pobreza extrema en nuestras acogidas pero sí familias en el umbral de la pobreza. Tenemos bastante paro y personas migrantes sin permiso de trabajo que tienen que buscarse la vida con la economía sumergida. Nos estamos centrando mucho en la búsqueda activa de empleo y en los cursos de formación que Cáritas Diocesana oferta periódicamente. El problema está en que ellos necesitan trabajar y no pueden perder el tiempo yendo a los cursos. También ayudamos con el economato o con algún pago de suministros para que lleguen a fin de mes. Hay muchas personas migrantes que llegan a España a mitad de curso y los menores de edad no pueden acceder a ayudas de las Administraciones y les apoyamos en el material escolar y en el comedor. Vienen con estudios superiores y les ayudamos a homologar su titulación en España.
 
El ser voluntaria de Cáritas, ¿ha cambiado tu vida o te ha cambiado a ti?
Diría que las dos cosas. Ser voluntaria de Cáritas es un trabajo que requiere muchísimas horas al día. No te puedes limitar a ir allí en las horas que abrimos y ya está. Se te plantean problemas que vas resolviendo a lo largo de la semana. Y luego a ti misma porque ahora me doy cuenta lo egoísta que he llegado a ser. A Cáritas vienen personas de todas clases. Antes, cuando me daba cuenta que me querían manipular o engañar, me daba mucha rabia y a lo mejor no las ayudaba como debía. Eso me está cambiando a lo largo del tiempo. Ahora intento ser humilde, pensar qué puede tener esa persona en su corazón que le está doliendo tanto. Intento comprender mejor. Yo veía desde mi punto de vista, de mi forma de ser. No me ponía, como dice el papa Francisco, en los zapatos del otro. Últimamente estoy mejorando porque he cambiado.