Felipe Verdú: «Ahora se está muy sensibilizado pero tememos por lo que pueda pasar en unos meses»
El director de Cáritas Interparroquial de Tavernes de la Valldigna, habla de su equipo y de cómo afrontan el futuro tras la pandemia.
Felipe Verdú, director de Cáritas Interparroquial de Tavernes de la Valldigna, habla de su equipo con admiración, con orgullo. “Es una Cáritas muy activa, muy emprendedora, eficaz y resolutiva ante situaciones y problemas”. En estos dos meses de amenaza y ataque del coronavirus han duplicado el número de familias que atienden. En este momento tienen que dar apoyo a ciento ochenta familias que se han quedado sin fuente de ingresos lo que supone la cobertura a unas seiscientas personas. El pueblo, de diecisiete mil habitantes, tiene dos parroquias que trabajan para hacer frente a la precariedad en aumento que está dejando a su paso el ladino virus. Las personas voluntarias son casi setenta y “van saliendo, te va llamando la gente para ayudar en lo que queramos” Es lo que nos cuenta Felipe, maestro prejubilado y toda su vida en contacto con el voluntariado de la parroquia. Con tres hijos y cuatro nietos, deseoso de abrazarlos de nuevo, también comparte con su mujer el trabajo en Cáritas.
¿Cómo os coordináis ante esta llegada de tantas familias?
Los Servicios Sociales atienden telefónicamente a las personas que ahora se quedan sin trabajo y sin ingresos. Nos pasan el contacto y todos los datos que necesitamos. Nosotros, que estamos realizando las acogidas por teléfono, nos ponemos en contacto con ellos. Muchas son personas que no habían venido nunca a Cáritas pero a otras ya las conocíamos de la anterior crisis, habían dejado de venir y, otra vez, se encuentran en una situación difícil. Los del equipo del economato estamos haciendo turnos para preparar bolsas y hacer el reparto y con el resto del equipo, por medio del WhastApp, les damos datos de las familias que vamos atendiendo y cómo lo hacemos. Tenemos un equipo que es el grupo general de Cáritas y otro equipo de coordinación con los representantes de cada proyecto.
¿Es fácil dar apoyo psicológico o emocional ante estas nuevas circunstancias?
Como todos vienen al economato, es en ese momento cuando nos volcamos en preguntarles cómo van, en darles cariño y valoran mucho que estemos ahí. Desde Acogida también les llamamos para que se sientan acompañados. Tenemos un grupo de personas migrantes en situación irregular que se han quedado colgadas, con miedo a salir a la calle y no cuentan con ninguna ayuda. Les llamamos, vienen a por comida y charlamos un rato con ellas. Es un problema muy serio porque no pueden contar con ninguna ayuda oficial.
¿Cuáles son vuestros mayores temores en estos momentos?
Veo que es una crisis económica de gran magnitud lo que se está generando. La realidad actual es que a las personas que vienen las tienes que reñir como a niños porque no temen al contacto, no temen contagiarse. El miedo que tienen es a qué sucederá en el futuro con la parte económica. Nosotros estamos un poco para prevenir ese futuro en el economato. Estamos hablando con las empresas que nos dan comida a lo largo del año y con particulares que nos ofrecen ayuda económica, para intentar atemporalizar las ayudas, distribuyéndolas a lo largo del año. Ahora se está muy sensibilizado y se nos ofrece mucho de todo pero tememos por lo que pueda pasar en unos meses. La gente se está volcando muchísimo. Ayer mismo una empresa nos trajo siete mil kilos de comida variada.
¿Qué previsión tenéis de futuro? ¿Qué va a demandar, a partir de ahora, la persona participante que acuda a Cáritas?
Yo veo un retroceso porque estábamos con muy buenos proyectos, formativos, de empleo, abriéndoles puertas al trabajo y ahora volvemos otra vez a lo asistencial, a la comida que es para ellos lo más urgente. Y nos planteamos, cuando pueda ser, hacer formación para dar pautas útiles y prácticas en administración doméstica.
¿Podríamos decir con todo esto que estamos viviendo que Cáritas muestra, más que nunca y eficazmente, el gran sentido de la Iglesia?
Más que decirlo, se está dando testimonio, dando la cara. El Ayuntamiento, la Policía, la Guardia Civil acuden en cuanto les llamamos a ver qué necesitamos porque infundimos respeto y voluntad de apoyar. Ver el trabajo que estamos haciendo es el mejor testimonio que da la Iglesia. Pero también tengo que decir que debemos acompañarlo de palabras para que se den cuenta de lo que es la Iglesia, la Iglesia que se abaja, que da la mano.
Una Cáritas que se rehará en lo que haga falta, como haga falta, para que las familias que se ven abocadas a la precariedad puedan salir adelante hasta que nuestra sociedad sea capaz de reconstruirse. Una Cáritas, Iglesia que se abaja, que da la mano.