El cuento de los viernes09/09/2022

La acogida de Tarig

El #CuentoDeLosViernes nos traslada, esta semana, a un residencial con un portero fuera de lo común.

Hay que analizarlo muy bien porque es un caso curioso, sorprendente, que inspira ternura y contento, de los que nos gustaría que salpicaran la vida en todas las partes del mundo.

Esto ocurre en lo que ahora se llama “residencial”, finca inmensa, con varias escaleras, multitud de vecinos que se hablan y se faltan al respeto vía grupo de WhatsApp. Con zona ajardinada, piscina, local social, multitud de niños juguetones y… conserjes.

Lo normal es que los conserjes, en sus turnos de trabajo, cumplan sus tareas con diligencia y responsabilidad y que los residentes sean exigentes y siempre encuentren defectos y más defectos en la actitud de estos trabajadores.      

Con Tarig, es todo diferente. No es un conserje cualquiera. Es el dueño de la amabilidad y la sonrisa de mayores y niños.

Tarig llegó de Sudán hace treinta años para estudiar. Primero un año en Madrid, en la Escuela Oficial de Idiomas y después en la facultad de Derecho de Valencia como tantos compatriotas suyos en aquel entonces. De padre militar, casado, como es costumbre en su tierra, con su prima y con dos hijos de diecinueve y diecisiete años. Musulmán de religión. De fe intensa y practicante. Trabajó durante muchos años en una buena empresa, pero en un ajuste de plantilla fue el primero en quedarse en la calle.

Multitud de curriculums en muchos sitios y…

— No sé por qué pero mi perfil no cuaja. Hablo árabe, inglés, español y no. No entiendo por qué. Estoy de conserje porque el jefe de esta empresa es amigo mío. Gracias a él estoy con trabajo. Me lo he pasado muy mal.

La mujer de Tarig es ingeniera agrónoma y con trabajo. Su especialidad es la economía agraria y los hijos, chica y chico, responden muy bien a los estudios.  

Tiene confianza con todos los vecinos. Llama a cada uno por su nombre, de tú a tú, en igualdad de posición.

— ¡Hola, cariño!, ¡hasta luego cariño!

Siempre hay dos minutos para compartir con él una palabras. Tengan la edad que tengan es posible que se sientan agradecidos por ese trato tan cercano, tan poco habitual… tan humano.

Y agradecido él al empleo que mantiene su dignidad a salvo, no se deja atrapar por el desánimo en su bajada de nivel profesional. Todo lo contrario.

Tarig ha creado una cátedra de amabilidad y buena convivencia entre seres humanos con asignaturas como  actitud positiva, plena acogida, cordialidad, ayuda y sabe, quizás por su fe, que la suya es la mejor forma de relación entre las personas.

Ni una crítica, ni una mala palabra para este respetado conserje entre unos vecinos con derecho a exigir el mejor servicio y es que han debido descubrir que la bondad de la mirada alegre que pilla los ojos que se le cruzan, la llaneza, el interés de los unos por los otros alivia muchos males del alma y destierra la soledad.