El cuento de los viernes11/04/2025

La catequesis de Mateo

#ElCuentoDeLosViernes de esta semana nos trae esta semana una tierna historia de fraternidad y fe.

Mateo ha empezado la catequesis. No falta ni un solo domingo. Nada más llegar a la iglesia se acerca a Pilar, la catequista, se coloca muy cerquita, junto a ella, para que lo vea y espera. Pilar le sonríe con cariño.

— Ya puedes sentarte, Mateo.

Y Mateo se coloca, como siempre, en el borde del banco, cerca de la catequista.

Está callado, atento, sin distraerse. Los otros niños y niñas se mueven y cuchichean de vez en cuando, pero Mateo no interviene.

Antes de empezar la misa comentan las peticiones que cada uno hará a Jesús y que ya llevan escritas desde casa.

— Y tú, Mateo, ¿qué quieres pedirle hoy a Jesús?, —dice Pilar, la catequista—.

Mateo se encoge de hombros y calla.

— ¿Quieres pedir por tus papás?

Mateo asiente con la cabeza y Pilar, la catequista, sabe que tendrá que recordárselo cuando, con los otros niños y niñas, suba al altar a realizar sus peticiones.

Pilar, la catequista, domingo a domingo, les va contando quién es Jesús, cómo Dios quiso que María fuera su mamá y José su papa, qué hizo en su vida y quiénes eran sus amigos; y para que lo retengan en sus cabecitas les reparte unos dibujos que deben colorear.

Mateo coge con cuidado la lámina, mira bien el dibujo y empieza a darle el color con cuidado para no salirse de los bordes.

— Pilar, ¿lo he hecho bien?

— Mateo, lo has hecho muy, muy bien.

Y le pregunta por los personajes que aparecen en el dibujo.

Mateo calla.

— ¿Le dirás a mi mamá que lo he hecho muy bien?  

Pilar, la catequista, se emociona cada domingo ante esa pregunta. Mateo quiere que su mamá sepa que lo hace muy bien, que se ponga contenta.

Un domingo, Pilar, la catequista, presenta a los niños y a las niñas a Ana María, una nueva compañera que tomará junto a ellos la primera Comunión.

Ana María se sienta al lado de Mateo y pronto hace una buena amistad con él. Sobre todo le ayuda con las peticiones a Jesús. Ella sabe siempre qué pedir. Por los de dentro de casa, por los que quedaron lejos, por los amigos, por la gente que lo pasa mal…

Ya no es Pilar, la catequista, la que le dice a Mateo qué pedir a Jesús. Es Ana María la que le dice, cada vez, qué le quiere pedir ella a Jesús.

— ¿Quieres tú pedirle lo mismo, Mateo?

Mateo pide lo mismo, contento de tener una amiga tan buena, que sabe tanto.

Ana María está siempre pendiente del niño que avanza como nunca en su aprendizaje y en sus juegos.

El domingo cuyo evangelio narra cuando Jesús subió con sus discípulos a la barca y se desató una tempestad, cuando Pilar, la catequista, acaba de contarlo, Ana María le habla al oído a Mateo y empieza la misa.

En el momento de las preces, Ana María le pide a Jesús que suba a su barca y vaya siempre con ella.

La niña se queda con Mateo que va detrás de ella y le apunta, muy bajito, qué tiene que pedir. Algo fácil, que pueda repetir y que le guste. 

Pilar, la catequista, queda admirada por la profundidad y madurez de la niña, da gracias a Dios de que la haya puesto en la vida de Mateo y le pide por todos esos niños y niñas que han empezado a conocer a Jesús, para que, como los apóstoles, encuentren en Él el verdadero camino y le tengan siempre como maestro y guía.