Nuestro día a día02/12/2022

La historia de Toni

Toni siempre vuelve para agradecer… o escribe una carta a su educadora de referencia, a la que conoce hace más de 20 años.

¿Qué cuál es el horario de la caridad? Responde desconcertada Isa Martínez, educadora social en el programa de Inmigrantes de Cáritas Diocesana de Valencia, ante la extraña pregunta. Pues… el horario que necesite la gente. Cuando estamos en contacto con la gente, respondemos. No siempre se van de la cabeza los problemas de las personas, de las familias. El corazón es como el de Casaldáliga, se va llenando de nombres. Algunas historias se van y algunas, como la de Toni, vuelven.

A Toni, relata Isa, le conocí a principios de los años dos mil en uno de mis primeros trabajos en Cáritas, una vivienda de reinserción para personas con adicciones. A lo largo de estos años, de vez en cuando da señales de vida. Le atiendo, le escucho y siempre da las gracias. Es como el texto del evangelio de los diez leprosos —solo uno de ellos volvió a dar las gracias a Jesús—. Toni siempre vuelve para agradecer… o escribe una carta.

«Hola, Isa. ¿Cómo estás? Yo cada día que pasa estoy mejor y todo creo que fue por dejarme totalmente las drogas… Decirte que te escribo desde la cárcel. Hice una cosa que fui condenado a pagar mil euros a cien euros al mes. Tan solo hice el pago dos meses y me pusieron en busca y captura…».

«Toni me habla a mí, —explica Martínez—, pero en mí está viendo a toda Cáritas, todo lo que Cáritas le ayudó».

“Isa, estoy muy arrepentido, pues si hice lo que hice fue todo por culpa de las drogas… Decirte que todos los internos, funcionarios, psicóloga, médico, jurista y trabajador social me han dicho que he tenido mucha suerte de entrar aquí en este centro penitenciario pues es una cárcel de respeto…”.

«Cuando el COVID-19, cuando ha habido una catástrofe, el día del Voluntariado o el del Amor Fraterno, él me escribe: «He visto el mensaje de Cáritas y les he enviado un bizum de treinta euros».  Suelen ser siempre de treinta euros. Como él se ha encontrado tan necesitado, sabe lo que es eso y da algo de lo poco que tiene», relata la educadora.

“El primer día, nada más entrar, dos de los presos más respetados me regalaron un paquete de tabaco cada uno con tan solo la condición de devolverlos cuando pudiera pues vieron algo en mí… según ellos porque ven en mí una buena persona y con buen corazón… Creo que si me conoces bien estarás de acuerdo con ellos. Isa, yo me considero como ellos me dicen y también peco algunas veces de tonto pues me cuesta decir no…”.

«Si ve en la tele alguna noticia sobre Cáritas, me llama “yo te felicito a ti y a todas tus compañeras por la labor que hacéis”, me dice». Y añade Isa Martínez: «volviendo al evangelio de los leprosos, —sigue Isa—, lo que importa es sanar aunque no volviera ninguno a agradecerlo. Cáritas es el “a fondo perdido”. Pero Toni, en todo, es especial».

“También decirte que por mi tratamiento y por mi enfermedad mental estoy durmiendo en enfermería con ocho personas más y en enfermería es la mejor habitación de la cárcel pues todos nosotros, los de enfermería, tenemos algún tratamiento y nos llevamos muy bien entre nosotros”.

Cuando Toni salió de la vivienda de Cáritas, trabajó y ganaba un buen sueldo. Era encofrador. Un día llamó a Isa para decirle que le habían tocado los “ciegos”. “Yo todas las noches le pedía a Dios que me tocaran y me han tocado 35 000 euros. He pensado que voy a darle a Dios su parte” «¿Y cómo piensas hacerlo?», le respondió Isa.  “¿Qué te parece si le doy 600 euros a Cáritas?” «Pues me parece muy bien». La educadora le acompañó a hacer el donativo y al final fueron 700 euros porque surgió otro proyecto y dijo que él también lo quería apoyar.

“Decirte que gracias a mi trabajadora social de Cáritas en la cárcel estoy ahorrando quinientos euros al mes, por mi bien y por tener un futuro a corto y largo plazo me va a beneficiar… Te vuelvo a decir Isa que gracias a Dios por fin dije NO a las drogas».

«La cara y la cruz, —afirma Isa—. El resto del dinero de los “ciegos” provocó a Toni una recaída en su adicción…    

“Te escribo el teléfono de mi trabajadora social de Cáritas por si quieres hablar con ella y preguntar por mí… En cuanto salga te llamaré por teléfono… Y muchísimas gracias por estar en contacto conmigo desde el año 2000”.

Claro que Isa se puso en contacto con la trabajadora social que acompaña a Toni para interesarse por él.

Toni firma la carta y en mayúsculas sentencia:  ”DIME Y LO OLVIDO. ENSÉÑAME Y LO RECUERDO. INVOLÚCRAME Y LO APRENDO». Y aun tiene cosas que contarle a Isa por lo que continúa:

«También contarte que estoy yendo a clases, vamos como si estuviera en la escuela e intentando recordar todo lo que di en EGB. Pues como me estoy medicando, no se me queda nada en mi memoria. Estoy haciendo trabajos y ejercicios de atención cognitiva».

Toni también le deja a Isa la dirección de su Cáritas, que es donde recibe todas las notificaciones, por si quisiera responder a su carta.  

Isa dice que nunca, a fuerza de costumbre, deberíamos profesionalizar la caridad.

La sensibilidad para tener abierto el corazón a la llamada del prójimo herido, hará que Toni reciba la respuesta que necesita para seguir confiando y apoyándose en quienes, como Isa, como toda Cáritas, hace, del amor su mejor forma de vida.