La magia de los nuevos comienzos
La compañera Aisatu, trabajadora en el Centro de Día Manantial, nos habla de sus inicios y su experiencia en este año de trabajo en este año especial.
Hace prácticamente un año, a principios de una pandemia mundial, una gran persona y conocida se puso en contacto conmigo para decirme lo siguiente: tenemos una plaza de Integradora Social en un Centro de Día de Menores y he pensado en ti, ¿te interesa?
Es una simple pregunta, ¿verdad? Pues, esta “simple pregunta”, me ha cambiado la vida. Se iban a cumplir dos años desde que oficialmente era Técnica Superior de Integración Social y nunca había trabajado de ello, pero experiencia con niños y niñas tenía suficiente, así que ¿por qué no?
El Centro de Día de Manantial, al que también denomino hogar, tiene como objetivo principal prevenir e impedir posibles situaciones de riesgo o desamparo de los niños, niñas y adolescentes entre otras muchas cosas… Pero Manantial va más allá de los objetivos que tenemos como recurso, va más allá de hacer deberes o de irnos a jugar una tarde al parque o más allá de realizar una intervención socioeducativa… En Manantial somos una familia.
Una familia que no es perfecta; aunque ninguna lo es ni pretendemos serlo, pero lo que sí puedo asegurar, es que somos personas comprometidas que buscan siempre una mejora en la vida de nuestros niños, niñas y adolescentes, así como hacer frente a las situaciones tan complicadas que nos vienen sin previo aviso. A veces, no está en nuestras manos solucionar un problema, se dan circunstancias que no podemos cambiar y algunas otras que no podemos evitar, pero sí que podemos enseñar a nuestros niños, niñas y adolescentes a que decidan cómo vivirlas. No pretendemos ser sus salvadoras, solo somos personas responsables y comprometidas que realizan su labor.
En este proceso, aceptamos las emociones de nuestros y nuestras menores de edad, les damos tiempo, porque están aprendiendo a florecer, tenemos paciencia porque hay heridas que sanar, les hacemos saber que ellos y ellas no son sus circunstancias; tampoco les culpamos por no saber reaccionar ante las situaciones que se les plantean. Y sobre todo, no les juzgamos, no somos quién.
En este hogar llamado Manantial, que vamos formando día tras día, luchamos porque crezcan en un entorno sano, de igualdad, en el que podamos compartir pequeños ratitos de felicidad, de diversión, de diversidad, de valorar, de convivir sin estereotipos ni prejuicios… Cuando entramos por la puerta de Manantial, pasamos a ser nuestra mejor versión por y para ellos y ellas, porque no hay resiliencias individuales, solo tiene sentido si es compartida.
Les hacemos entender que no tienen por qué ser las personas de antes (de sus vivencias), sino las de ahora en adelante y que nos tendrán al lado siempre que quieran y nos necesiten. Porque desde Manantial, hacemos las cosas de corazón, nadie nos debe nada.