El cuento de los viernes06/06/2025

Los milagros de la DANA: una silla de ruedas

#ElCuentoDeLosViernes de hoy sucedió hace meses, en la primera Nochebuena post DANA para muchas personas de nuestra diócesis.

En los primeros días de la DANA, Amparo, la directora de Cáritas parroquial de Cheste, está dando su vida entera por crecerse, multiplicarse y llegar a todo el inmenso dolor que está asolando a la población.

Organizar a las personas voluntarias, preparar ayudas, comprar los primeros electrodomésticos, el móvil echando humo y siempre rodeada de su equipo y del párroco, que van todos a una.

Entre todas las llamadas que recibe Amparo, una que dice:

— Somos tres amigas de Sevilla que hemos pedido una semana de permiso, hemos alquilado una furgoneta, la hemos llenado con artículos que nos han dado y que pueden hacer falta en Valencia y nos hemos venido para acá. Llevamos una semana por los pueblos, echando manos, repartiendo y ya no nos queda nada. Ahora nos han pedido una lavadora y una nevera. ¿Vosotros nos las podéis dar?

Amparo, que se pregunta quién les habrá dado su número de teléfono, dice que sí sin dudarlo y unos días después, el día de Nochebuena por la mañana, llegan las sevillanas, cansadas pero con el salero andaluz en el alma y con la furgoneta vacía y sucia. Dijeron que habían salido de la cárcel y querían esa semana para ayudar en estos pueblos.  

Prepararon la lavadora, la nevera, una estufa, mantas… Todo lo que les pidieron y tenían, se lo dieron.   

La furgoneta la llevaban como si hubieran echado sacos de cemento o cosas así. Las de Cáritas sacaron una granera y un recogedor y la barrieron bien. En un rincón, al fondo, dos cajas abiertas, con cacharros desmontados que bajaron al suelo para limpiar mejor.

Amparo curiosea en el interior de las cajas. Un brazo con un mando como de silla de ruedas…

— ¿Esto qué es? —pregunta—.

— Esto, —dice una de ellas— es una silla de ruedas. Es de una amiga nuestra que se la compró a su hija que ya ha fallecido. No tiene ni tres meses. Nos la dio por si aquí en Valencia alguien la necesitaba. La ofrecemos de pueblo en pueblo pero nadie la necesita.

— Pues yo sí que la quiero —dice Amparo, rotunda—. Mira pensativa las piezas. Levanta la cabeza, señala con las manos abiertas las piezas y dice que esas cajas contienen un milagro de Nochebuena. Sus compañeros y el párroco la miran sorprendidos. No entienden nada.

— Es que conozco a una mujer con movilidad reducida, no muy mayor, que solo mueve el brazo izquierdo. Los bomberos la sacaron a tiempo por una ventana. El agua se lo llevó todo en su casa. También la cama ortopédica y la silla de ruedas motorizada que eran su independencia y su vida. Ahora se encuentra en la residencia de ancianos. Con todo este desastre no hay forma de conseguirle una silla de ruedas y lleva encamada todo este tiempo.

— Pues quédate con la silla,  —dice una de las andaluzas—. En una de las cajas están todos los papeles. Solo tenéis que montarla.

Las chicas se despiden y con la furgoneta limpia y llena, siguen su camino.

Allí mismo se monta la silla, la prueban por el local de Cáritas y… ¡perfecta!   

Amparo afirma que ese día no solo va a nacer el Hijo de Dios, que una mujer desvalida va a encontrar la única posibilidad de moverse con un poco de libertad.

Estaban tan contentos, tan emocionados entre tanta destrucción, que hasta el sacerdote, en la misa de esa Noche Buena en la que viene al mundo el Amor, la Compasión y la Esperanza, lo cuenta con la alegría brotándole del corazón por un signo de buena noticia llegada para dar alivio a uno de los suyos.