Agentes de Cáritas04/06/2021

Lucía Bover: «Nuestro reto es estar ahí, acompañar a las personas»

Lucía Bover, miembro del Instituto Secular de las Obreras de la Cruz es psicóloga de profesión y ahora, directora de Cáritas en la Vicaría IV.

Lucía Bover pertenece al instituto secular de las Obreras de la Cruz. Psicologa de profesión, es una mujer que intenta vivir “con todo el significado de la palabra vivir, estar viva” para sí misma y para los demás. Desde la niñez ha estado vinculada a la parroquia en áreas de pastoral o evangelización, viviendo la solidaridad y el compromiso social desde ámbitos diferentes a Cáritas. Su relación con Cáritas parte de hace seis o siete años, cuando fue destinada a Rafelbuñol.

¿Cómo fue ese encuentro con Cáritas?

Pues cuando me ofrezco a colaborar con la parroquia me dicen que vendría muy bien mi apoyo en el equipo de Acogida de Cáritas. Y estoy muy agradecida porque fue un descubrimiento ver lo que realmente era la acogida en una Cáritas parroquial. Fue un buen inicio, una gran manera de aprender.

¿Un descubrimiento?

Yo sí que tenía conciencia de que Cáritas Diocesana trabajaba desde la promoción de la persona, apoyo a la mujer, desarrollo y acompañamiento, pero de las Cáritas parroquiales la visión que tenía era la de un servicio más asistencialista. En Rafelbuñol me encuentro con un equipo muy bien organizado, que atiende a las personas semanalmente, que se sientan tranquilamente, sin prisa, con cada persona interesándose por su situación, escuchando. Acuden no solo por la ayuda que reciben sino porque son un grupo de referencia en la relación con las personas. Sabemos que una de las grandes pobrezas de hoy es el aislamiento o la falta de vínculos y esto se cuida mucho. Están siempre pensando en fórmulas para generar dinámicas de relaciones entre las personas participantes. Entender este modelo de cuidar a las personas con entera libertad, sin ser Servicios Sociales, sin tener grandes recursos, ofreciendo QUE ESTAMOS AQUÍ, fue asombroso.

Has tenido que cambiar de destino recientemente.

Desde septiembre estoy en Museros y en su Cáritas estoy empezando, conociendo y aprendiendo. Aquí las Obreras de la Cruz llevan más de cincuenta años promocionando a la mujer, apoyando a las familias y la vida parroquial. Museros, actualmente, une también al Instituto y a Cáritas a través del proyecto Mil.una de formación, en principio, para el empleo pero que a barca muchas dimensiones. Lo llevan Pili Roig y compañeras mías con el apoyo de personal técnico de Cáritas. Nosotras, las Obreras, damos apoyo en el día a día del proyecto.

Y te proponen asumir la responsabilidad como directora de la Vicaría IV, tarea  apasionante con la diversidad y la riqueza que tiene cada Cáritas parroquial.

A mí me resulta mucho más apasionante el día a día de la acogida, el acompañamiento, que esta parte más organizativa, de coordinación, de tener en mente las necesidades que se presentan. Hay una parte bonita y es hacer que cada Cáritas parroquial se sienta formando parte de un conjunto y no pierda el sentido de comunión. Saber que están apoyadas, que hay alguien detrás a nivel amplio y a la vez que sientan que aportan. Esto ya lo hace muy bien Teresa Ros, la coordinadora de la Vicaría y yo voy entrando. He querido confiar. Es enriquecedor, sí. Si esto es lo que ahora se me pide, es por algo. Creo que hay que leer los signos de los tiempos y es que la voluntad de Dios va llegando. Es un servicio que voy a hacer durante el tiempo que sea necesario y que vea que puedo. La verdad es que tanto Teresa como el Consejo de Vicaría lo hacen posible con su flexibilidad. También seguimos contando con la colaboración de la antigua directora de la Vicaría, Loreto Fenollosa, con su inquietud y creatividad.   

¿La llegada de la pandemia ha modificado los planteamientos?

En las parroquias ha modificado las formas o la organización, pero no se dejó de atender ni en lo peor del confinamiento. También ha retrasado, ya en mi caso, la posibilidad de contactar con cada parroquia, de poner rostros al voluntariado. Cuando hablamos de una parroquia o de un arciprestazgo me gusta ver mentalmente esos rostros de las personas que las componen. Las videollamadas y los grupos de WhatsApp han ayudado mucho pero no es lo mismo. Sin querer tienes más presente a quienes ya han tenido una reunión contigo. Esperamos que poco a poco vayamos normalizando.   

La incertidumbre que nos acompaña con esta pandemia ¿va a requerir nuevos modelos de atención?

La Vicaría 8 ya ha organizado una convivencia en la que Nacho Grande ayuda a tocar estos temas. Cuál es la realidad y qué retos se nos presentan. En nuestra vicaría queremos dar el paso y que el encuentro sea presencial a nivel de parroquias. Conectados al Zoom, pero que en cada parroquia, con las medidas correspondientes, estén juntos.

Desde mi trabajo de psicología veo que quienes estaban un poco en riesgo o un poco solas, se sienten más solas todavía y más frágiles. El reto nuestro, ahora es, pase lo que pase, seguir estando ahí con los medios que nos permita la realidad, acompañar a las personas de alguna manera porque es eso lo que les sostiene en un proceso difícil. En algunas parroquias se han apreciado cambios que han llegado para quedarse. La situación de confinamiento agudizó la creatividad. También surgieron colaboraciones nuevas. El grupo de Confirmación ayudando para evitar riesgos a los más mayores; Cáritas y los ayuntamientos apoyándose… Ojalá ahora cuidemos de que estas dinámicas participativas y de colaboración no desaparezcan. 

También hemos visto crecer la solidaridad en las parroquias o entre vecinos.

Es verdad y esto da alegría verlo. Hubo una reacción muy potente durante la primera ola, en el confinamiento. Cuando se hace una llamada a la solidaridad hay muy buena respuesta. Tenemos que dinamizar, mantener y reanimar esa actitud porque ahora viene lo peor, ahora hace falta todavía más hasta que se recuperen los niveles de empleo anteriores y ojalá no llegue la cepa india y las restricciones vayan a menos. Por otra parte, no podemos olvidar que somos privilegiados. Como Cáritas también tenemos que cuidar la dimensión profética de denuncia: las vacunas deben llegar a todos los países, a todas las personas.           

Y siempre con nosotros la esperanza de cambiar el mundo.

Mi sentido de esperanza fuerte es que ser humano significa, por naturaleza, estar al lado de la otra persona, cuidarla. Ser persona de fe, de fe vivida, seguidor de Jesús, es potenciar al máximo nuestra capacidad humana. Cuando tocas y conectas con lo más humano de la persona se pone en marcha mucho bueno… ¡en las dos! A veces nos cuesta vernos, me cuesta verme como receptora de ayuda, de misericordia y la verdad es que cuando recibo y agradezco esa misericordia es cuando mejor puedo ser cauce de su Misericordia para otros…

El mundo nos necesita con la determinación, como dice Lucía Bover, de ser personas de fe vivida, seguidores de Jesús, con nuestro potencial humano movilizado, puesto a pleno rendimiento.