Agentes de Cáritas13/05/2022

Luis Mariano: «Todas las ofertas de empleo a las que he optado me las rechazan por la edad»

Luis Mariano y Tatiana llegaron directos de Caracas a València para vivir con dignidad y labrar un futuro a sus hijos.

Tiene tres hijos de 10, 14 y 18 años. El mayor está a punto de entrar en la Universidad y los otros dos, también muy aplicados en sus estudios. Tatiana, su mujer, ha hecho trabajos de limpieza, cuidado de niños y viejitos, alguna clase y pequeños contratos ofrecidos por ITT. Presentó un proyecto de emprendimiento y, gracias a Novaterra, que conocimos a través de Cáritas, logró abrir una tienda que da servicios de orientación en familia, postparto, maternidad y crianza.   

Luis Mariano y Tatiana vinieron perfectamente preparados para solicitar la homologación de sus títulos universitarios. Ha faltado el pensum y está costando su tramitación. De eso hace ya cerca de siete años. Llegaron directos de Caracas a València con el convencimiento de que pronto tendrían un trabajo que diera para vivir con dignidad y labrar un futuro a sus hijos.

¿Y se complicó la busca de trabajo?

Arreglamos el papeleo, sobre todo el de los estudios de los niños. Nos costó mucho encontrar piso. Lo del trabajo es una historia de amor y dolor. Todas las ofertas de empleo a las que he optado me las rechazan por la edad. Cuando llegamos sabíamos que teníamos que adaptarnos y hemos hecho un millón de trabajos. Aprendimos lo que es trabajar en negro. Cuando sale algún contrato es por pocas horas. Me metí a trabajar en Glovo como autónomo y ahora estoy en Cabify, como chofer, aunque he tenido que coger la baja por un esguince en la rodilla.

Pero estáis saliendo adelante.

También le he dado la vuelta a lo que era una afición en Cáracas y le he sacado punta. El mantenimiento de ordenadores y dar clases de ofimática que es, en realidad, lo que más domino. Pero pasa el tiempo y estamos con la angustia de que no conseguimos un trabajo estable. Mil trabajitos de comercial, algunos que no me llegaban ni a pagar. El más largo fue el de Glovo, trece meses, hasta que me robaron la bicicleta.  

En vuestras circunstancias, conseguir el alquiler de un piso, ¿fue un gesto de generosidad por parte del propietario?

Fue por recomendación de un amigo. No nos pidió nómina. Recién reformado. Una fianza normal y desde entonces estamos aquí. No lo queremos molestar para nada. Todas las reparaciones las hacemos nosotros. Nos hemos acostumbrado a arañar y, a veces, a pedir ayuda a Cáritas para poder pagar mes a mes.

Llegó un momento que viendo la situación tan apurada tuvisteis que recurrir a Cáritas.

Mi esposa quiso, nada más llegar, que hiciéramos un curso de valenciano. Lo conseguimos en el Centro Arrupe. Siguieron otros cursos, una buena relación y un contrato “formal” de trabajo como portero. Nosotros somos de vocación voluntarios. Scouts, bombero voluntario, alfabetización de adultos… En el mismo Centro Arrupe nos dijeron que fuésemos a Cáritas de El Buen Pastor, que está en nuestro barrio, por ver si nos ayudaban a conseguir empleo. Nos llamó la atención que también nos ofreciesen alimentos. Era por Navidad de 2015 y volviendo caminando a casa con el carrito lleno de comida iba llorando. Era la primera vez en mi vida que yo recibía ayuda así. Lo quisimos compartir con personas que sabíamos que estaban peor que nosotros. 

¿Fue un alivio esa ayuda?

No lloraba solo de la emoción. Una cosa es dar ayuda y otra recibirla. No todo el mundo está capacitado para recibir ayuda y menos para pedirla. Es duro. Tatiana y yo lo enfocamos como un boomerang, si tú ayudas, la ayuda te llega por otro lado. Haz el bien, no mires a quién y recibirás el bien.

Y tú has devuelto esa ayuda.

Fue en la pandemia. Yo quise ayudarles y estuve con ellos en el economato. En los scouts aprendí el sistema de patrulla, que consiste en que se organizan, todos tienen que hacer una tarea y se apoyan unos con otros. Son muchos que trabajan como uno solo. También es una forma de vida. Lo tuve que dejar porque cogí el COVID y me hospitalizaron. Me asusté. Fue muy gratificante la ayuda que nos prestaron los scouts y Cáritas. Estamos muy vinculados con scouts de Escolapios. Mientras estuve hospitalizado, a Tatiana y a mis hijos les dejaban todos los días la comida hecha en la puerta de casa. Ana Eva de Cáritas nos ayudaba con compras y con  el bizum. Y también quisimos compartir con venezolanos que conocemos, necesitados que nos llegaban con historias muy duras.

Luis Mariano y su familia han encontrado, en su situación difícil, una forma de vida que les fortalece. El apoyo de unos a otros para salir adelante.