Marisé Gómez: «Tenemos que mostrar, más que nunca, que somos una Iglesia al servicio de los pobres»
La historia de hoy nos acerca a Marisé, una voluntaria de Cáritas en Utiel.
A Marisé Gómez Garijo le propusieron hace unos dieciséis años ser voluntaria en Cáritas de Utiel. Aceptó sin pensar que su voluntariado sería tan duradero. Una vez en el equipo, “Alguien” le dijo que ese era el mejor lugar donde podría estar nunca. Y, como ella misma dice, ahí sigue, haciendo caso a esa voz que le encanta escuchar. Realiza las tareas de secretaria del grupo pero su labor más importante está en la Acogida.
Marisé, ¿con qué realidad os encontráis en Cáritas parroquial de Utiel?
Hasta ahora hemos atendido a personas mayores solas, mujeres también solas con hijos, alguna familia de etnia gitana pero a partir del confinamiento cada día nos va goteando más gente. Son personas que tenían trabajos precarios y que ya eran atendidas por los Servicios Sociales del ayuntamiento. Ahora nos las están derivando para que, entre ellos, Cruz Roja y nosotros, podamos solucionarles en parte su situación. Son familias con hijos pequeños y algunas con hijos enfermos.
¿Es difícil seguir prestando atención desde el confinamiento?
La situación es difícil. Es triste. Y dura. Es muy diferente a lo que nos hemos encontrado hasta ahora. Lo que tratamos es de infundir tranquilidad, de dar ánimo y, sobre todo, esperanza. No podemos abandonarlos ni abandonarnos. Tenemos que seguir acompañando al que más lo necesita dentro de nuestras posibilidades. Ahora lo que más buscan es alimentos, para cubrir lo inmediato y tratamos de darles lo que podemos.
¿Qué es lo que más preocupa de esta situación?
El futuro. ¿Qué va a pasar? Lo vemos muy complicado. Pensamos que va a ser mucho peor que la última crisis y pensamos que tenemos que estar ahí, afrontándolo como mejor podamos. Tenemos que ayudar, dar el cien por cien, acompañar en el sufrimiento y mostrar, más que nunca, que somos una Iglesia al servicio de los pobres. Tenemos que ser fuertes y valientes. Y pensar que esto pasará.
¿Cómo afrontaréis el futuro?
Creo que con fuerza, con optimismo, haciéndonos cargo del sufrimiento y, muchas veces, de la soledad y de la impotencia para hacer frente a lo que se nos viene encima. Deberemos ser el motor de la Iglesia para estar al lado de quienes más lo necesitan.
Así es. Seremos, seguiremos siendo el motor de una Iglesia al servicio de los pobres.