Pilar Soler: «Mi primer sueldo fue el de Cáritas en un trabajo que me entusiasmaba»
En la "Experiencia" de este viernes, conocemos a Pilar Soler, una de las fundadoras de la residencia para personas de edadSan Antonio de Benagéber.
Si de algo no ha tenido tiempo Pilar Soler a sus noventa y tres años ha sido de envejecer. Mente lúcida, aspecto físico impecable, segura de sí misma, mirada penetrante y memoria que pormenoriza importantes detalles de la historia de la Iglesia y de Cáritas desde su más temprana juventud.
De la primera promoción en Valencia de Asistentes Sociales, ha ocupado puestos de responsabilidad en Cáritas Diocesana, en la fundación de la entonces Caja de Ahorros de Valencia y en la Residencia San Antonio de Benagéber.
Una vida de vocación profesional entrelazada con el voluntariado, consagrada al servicio de las personas más vulnerables de la sociedad, la ha hecho merecedora de reconocimiento y admiración por quienes la han tratado o trabajado con ella.
Desde su jubilación, voluntaria en activo de la Residencia que ha celebrado en 2019 sus cuarenta años de vida, sigue siendo el bienestar y las actividades lúdicas y culturales de las personas residentes el centro de su vida.
En 2016 recayó sobre ella el I Premio de voluntariado de Lares CV y hace apenas unos meses, en la clausura de los actos por el cuarenta aniversario de la Residencia, en la que se reconoció el papel de sus fundadores, se destacó la dilatada labor profesional de Pilar, «secretaria general de Cáritas Diocesana y secretaria del Patronato de la Fundación San Antonio de Benagéber y, tras su jubilación, primera trabajadora social voluntaria, impulsora y coordinadora del voluntariado en la Residencia, colaboradora incondicional del equipo técnico y disponible allí donde se la necesite».
Pilar, en una época en la que el destino de la mayor parte de las mujeres era exclusivamente formar y cuidar una familia, tú tenías otras inquietudes.
Me crie en una zona rural de València, Monteolivete, y muy pronto me vinculé a la parroquia. Que no tenía vocación de casada o porque no tuve la ocasión, pero empecé a entusiasmarme en Acción Católica con la formación que se nos daba. Un cursillo en Madrid me abrió horizontes y enseguida tuve la oportunidad de matricularme en la escuela de Trabajo Social que acababa de fundar la Iglesia en València como titulación media.
¿De muy joven tenías ya una gran visión de futuro?
La visión de futuro la tenían el arzobispo Marcelino y Mª Luisa, la primera directora de la escuela. Fue duro, no creas. Se me permitió cursar la carrera al mismo tiempo que hacía el bachiller elemental. El gran regalo que tuvimos las treinta primeras tituladas que acabamos el curso es que hicimos las prácticas en el hospital Dr. Peset. La carrera no se conocía en València y la directora y los profesores de la Escuela hicieron una gran campaña de difusión en Ayuntamientos, fábricas, centros hospitalarios, obras sociales del Gobierno y Cáritas parroquiales para explicar qué iba a ser aquel trabajo.
Lo sumo ya fue hacer unas prácticas en Cáritas. Hice encuestas para un estudio sociológico sobre niños de doce a catorce años de un barrio popular. Cáritas fue la primera entidad que abrió oficina de asistencia social en València, en la calle Trinitarios.
Mira si había visión de futuro en la Iglesia, hablamos de los años cincuenta del siglo pasado, que las siguientes prácticas que hice, también a través de Cáritas, fueron muy “raras” porque consistían en permanecer sentada en la sala de espera del dispensario, escuchar las opiniones de los pacientes sobre el centro y anotarlas lo más fielmente posible para, de la crítica, mejorar el servicio del centro. Algunos médicos empezaban a conocer el avance social que suponía esta carrera.
¿Cómo encuentras el primer trabajo?
El primer sueldo que yo llevé a casa fue el de Cáritas Diocesana y desahogo físico, psíquico y espiritual en un trabajo que me entusiasmaba. Me sentía a gusto. Dispensario médico, escuela de enfermeras… Más tarde me nombraron secretaria general, puesto de gestión pero que me permitía estar en contacto con toda la realidad social de Valencia. Nunca me hice un plan de horario, siempre plan de trabajo.
Y un espíritu emprendedor te incita a iniciar un nuevo proyecto.
La Caja de Ahorros crea la plaza de trabajadora social para su obra social y yo la inicio y la desarrollo. Guarderías, hogar del jubilado, colonias de niños y residencia para mayores fueron el centro de mi trabajo allí.
¿Vuelves a Cáritas para iniciar el proyecto de la residencia de mayores San Antonio de Benageber?
No exactamente (ríe). Yo había tenido siempre la ilusión de trabajar en una empresa con sentido social y con horario hasta medio día para después dedicarme al voluntariado. En Cáritas trabajé a mi gusto y sin horas pero paso a la Caja de Ahorros y por la tarde me dedico a Cáritas. Fue la felicidad.
Mira, el informe FOESSA, con datos obtenidos por Cáritas en los censos de los Ayuntamientos, saca a la luz la dura realidad de personas mayores solas, enfermas y sin recursos. Las Hermanitas de los Pobres no daban abasto para acogerlos y nos planteamos las asistentes sociales y el director, José Luis Soto, de Cáritas Diocesana hacer algo. No teníamos más que lo que ahora llevamos tú y yo en las manos y unas instalaciones medio en ruinas, antiguas colonias para niños, a las que no se les estaba dando ninguna utilidad. El Señor nos inspiró. No sabíamos nada de geriatría. Buscamos asesoramiento y también colaboración de otras obras de la Iglesia. Acudimos a las Hijas de la Caridad para que iniciaran con nosotros el proyecto. Se crea una comisión gestora formada por Cáritas Diocesana, las Hijas de la Caridad y el Servicio Valenciano de Gerontología del Ayuntamiento de València.
Pilar, estamos hablando de hace cuarenta años y tú sigues ahí, al pie del cañón.
Ahora que estoy como residente, convivo con estas personas mayores, muchas de ellas enfermas y estoy observando, mejor que nunca, que tienes que estar muy al tanto de no herir su sensibilidad porque veo, es muy fuerte eso, que necesitan mucho la delicadeza. Una sonrisa, una apretón en el hombro, una mirada cómplice… De cuando empezamos a ahora la situación del residente ha cambiado muchísimo. Antes venían con mucha más capacidad física y mental. Ahora vienen muy deteriorados. Y ahí juegan muchos factores. Uno de ellos es la relación familiar, la dispersión de la familia y también las circunstancias laborales. Me pillas en la fase en que todavía estoy analizando, estudiando…
Y, ya en el momento actual, desde todo lo que tú has vivido y la evolución que has visto en la sociedad, ¿podrías decirnos hacia dónde va el mundo?
No lo sabe. Yo me planteo una serie de preguntas que no me sé contestar. Tengo mucho que pensar y mucho que conversar con personas inteligentes para hacerme una idea y poderte responder.