Quim Matalí: «Creemos que somos civilizados pero tenemos muchas cosas por aprender»
Quim coordina el proyecto “Escoltant als que saben” de Cáritas Interparroquial de Algemesí, para seguir aprendiendo de las personas mayores.
De personas mayores hemos hablado con Quim Matalí, joven de veintisiete años, voluntario de Cáritas parroquial de Algemesí y maestro de profesión.
Quim participó, hace seis años, en la puesta en marcha de un ambicioso proyecto de acompañamiento a personas mayores. Amor a la parroquia, amor, sobre todo, al prójimo e intento de dar respuesta a un tema preocupante como es la situación de muchas personas mayores es lo que ha movido a él y a sus equipo de Cáritas a dedicar tiempo y entusiasmo a poner en valor la vida de las personas mayores.
Hace más de seis años en vuestra Cáritas parroquial ya visteis la necesidad de dar respuesta a la soledad de muchas personas mayores, pero de una forma que iba más allá del acompañamiento.
Estas personas mayores más que estar solas es que se sienten solas. A veces tienen la asistencia de una persona de fuera que han contratado y que está unas horas en casa, algunas tienen familia, algún hijo o sobrinos pero no pueden dedicarles tiempo y es más la sensación que tienen ellas de soledad que el hecho de que estén solas, aunque la mayoría de las veces viven solas. A través de la pastoral de la salud y de los ministros de la comunión se nos presentó la necesidad de darles visibilidad en la sociedad,
“Escoltant als que saben” es mucho más que un proyecto para paliar la soledad de las personas mayores.
Es muy importante que, a partir de sus gustos y de su propia experiencia personal, elaboremos temas de conversación, busquemos con ellos imágenes antiguas, nos hablen de oficios que antes existían y ahora han desaparecido, juegos tradicionales que se hacían en la calle o cómo era la vida cotidiana en sus tiempos de niñez o de juventud. Eso es una riqueza popular que hoy en día se está perdiendo y no se debería perder, que forma parte de nuestra identidad y que poseen ellos, nuestros mayores, y que es bueno que los más jóvenes conozcamos.
Y es un tesoro que guardan ellos con sumo cariño, es historia y es tradición.
Exacto. Muchas veces me digo que por qué esto no se ha hecho antes, por qué no tiene que llegar a más gente, porque es una riqueza, es parte de nuestro pasado que nos ayuda a entender mucho de lo que somos ahora. A los jóvenes con todo esto del mass media, el consumismo o la globalización nos están haciendo muy uniformes y con estas personas mayores te das cuenta que son auténticas, por las vivencias, por el arraigo que tienen a su localidad, a sus costumbres y es algo de lo que deberíamos aprender.
Los movimientos o la forma de hablar pausados son una característica de las personas mayores y eso parece incómodo para las más jóvenes en una sociedad que siempre va con prisa. ¿Los mayores se tienen que quedar en la parte de atrás de la sociedad necesariamente por ese motivo?
Hace unos días estuve con una persona mayor y me contaba que había hecho tantos sacrificios en toda su vida y había tenido que esperar tanto para ciertas cosas que me hizo reflexionar y me sorprende la impaciencia que muchas veces tenemos las personas jóvenes para conseguir lo que queremos ya. Las personas mayores se acostumbraron a ver que el trabajo o los resultados son el fruto de muchos años. Un simple ejemplo es lo artesanal. Me llamó la atención que esta persona estaba haciendo costura. Nosotros queremos algo de ropa, vamos a la tienda y lo compramos ya y ella me enseñó que una pieza para sostener una paella, para que no se quemara, le costaba quince días de hacer. Ahí, realmente, el valor que tiene esa prenda es el esfuerzo y la dedicación para hacerlo. Ahora, ¿el esfuerzo y la dedicación en qué lo empleamos?
La llegada de la pandemia ha puesto de manifiesto unas deficiencias del sistema para con las personas mayores que nos hacen ver que no están tratadas adecuadamente o incluso que son maltratadas de una manera o de otra.
Lo podemos ver claramente en la gestión que se ha estado haciendo en muchas residencias. Las residencias son muchas veces la última solución que tienen las familias por imposibilidad de atenderles, encerrándoles en condiciones a veces pésimas y es una situación que siendo personas que tienen una riqueza tan grande en lo personal y en el ámbito de sus experiencias, luego las ves que son tratadas como marginadas por el mero hecho de que no están aportando nada a la sociedad en el sentido de producción. Esto es muy triste. Duele. Esto solo ocurre en Occidente. Yo estuve en un pueblo de Burkina Faso, Baasneeré, y presencié una asamblea en la que se deciden temas trascendentes para la localidad. En el centro del círculo que formaban se sentaban las personas de más edad, los de más experiencia y eran ellas las que aconsejaban a la ciudadanía qué hacer y qué decisiones tomar porque por la experiencia y la riqueza que tienen son personas que allí son valoradas muchísimo. Es su cultura y la sencillez que tienen de sus propias vidas. ¿Cómo aquí no ocurre esto? Creemos que somos civilizados pero realmente perdemos la batalla en muchas cosas de las que deberíamos aprender.
¿Qué propondrías tú para mejorar la vida de las personas mayores?
Es complicado pero simplemente el hecho de que la sociedad se conciencie de que son personas a las que debemos cuidar. La vida que han tenido ha sido de trabajo, de sacrificio, muchas veces para sacar adelante a su familia. Para ellas el valor de la familia es inmenso, también el valor de su tierra, de su identidad. Es una forma de amar muy distinta a la que tenemos ahora. Creo que la mejor forma que tenemos de arreglar esto es hacerles sentirse queridas escuchándoles y no apartarles y tenerles marginadas y eso se traducirá luego en un cambio de consecuencias sociales.
Las instituciones también tienen una responsabilidad innegable en el cuidado de las personas mayores.
Correcto. Las pensiones, la ley de dependencia o las residencias son muchas veces moneda de cambio en época de elecciones. Por ejemplo, en Reino Unido hay un ministerio o departamento de la solitud que se ocupa de todas las personas que viven solas. Es un problema que se tiene que abordar ya en España. Aquí no hay acciones o protocolos que den respuestas. Se deja todo en manos de las familias y es en conjunto como se puede dar la calidad de vida que se merecen las personas mayores.
En un terreno arduo para la vida de muchas personas mayores la voz de Quim Matalí es un soplo de aire fresco, una forma de pensar que debe propagarse, extenderse en una sociedad que rinde culto a lo superfluo de la inmediatez para amar, para ser.