Cáritas parroquiales18/09/2020

Soledades

El #CuentoDeLosViernes regresa con un sacerdote que, megáfono en mano, acompaña a su pueblo.

¡Vivan los vecinos de la avenida de la Música!…

¡Vivan los vecinos de la plaza de los Zorros!…

¡Vivan los vecinos de la calle de Abajo!…

Micrófono en mano y un vozarrón que lo llena todo, alcanza las calles que las medidas del confinamiento le permiten para estar cercano a su gente más necesitada.

Este cura de pueblo pequeño, muy joven pero experto en hacerse presente entre las personas más necesitadas, tiene la voz potente, de tenor, bien modulada, que se impregna de pasión y de emoción al entonar las canciones que sabe que llegan al corazón de quien las escucha.

Cuantas veces siendo niño te recé… con mis besos te decía que te amaba…

Antes del confinamiento ya pensó en sus vecinos y vecinas más mayores, con enfermedades crónicas muchos de ellos, vulnerables más que nadie y cuyo aislamiento agravaría su precariedad emocional y sus dolencias.

Poco a poco, con el tiempo, olvidándome de ti por caminos que se alejan me perdí…  

Los vecinos salen a escucharle al balcón o a la puerta de la calle. Es la pequeña fiesta de cada día, el momento de olvidar un poco la soledad y el miedo, la pizca de alegría que les hace irse a la cama con una sonrisa.        

Hoy he vuelto, madre, a recordar cuantas cosas dije ante tu altar…

— Angeletes, ¿cómo vas?

Y al rezarte puedo comprender que una madre no se cansa de esperar…

— Carmen, ¿lo llevas bien?

Al regreso me encendías una luz…

— Leandro, ¡dime algo!

Sonriendo desde lejos, me esperabas en la mesa la comida aun caliente y el mantel…     

— Jesús, ¿cómo aguanta Pili?

Y tu abrazo en mi alegría de volver…

— Eduardo, ¡cuida bien de Carmen!

Y al rezarte puedo comprender que una madre no se cansa de esperar…

— Tina y Juan, ¡ánimo!

Que una madre no se cansa de esperar… que una madre… no se cansa… de esperar…

Este cura de pueblo pequeño no olvida a ningún vecino, para todos tiene una frase de alivio y a todos les gusta oírle pronunciar su nombre…

Que una madre no se cansa de esperar…