Cáritas parroquiales11/01/2021

Villar del Arzobispo: una primicia para Navidad

Lola Oliver, la nueva directora de la Vicaría V, pide justicia social en su carta a los Magos esta Navidad.

En Cáritas parroquial de Villar del Arzobispo tienen, para esta Navidad, una primicia que les llena de alegría. Las circunstancias del coronavirus habían restringido sus campañas de recogida de alimentos y esto les llenaba de inquietud porque el número de familias que atienden y su necesidad de ayuda en alimentos han aumentado considerablemente.     

Nos lo cuenta una Lola Oliver emocionada porque la preocupación que tenían se ha transformado en la tranquilidad de ver su almacén de alimentos bien abastecido.

Desde hace mucho tiempo, Lola ha ido pasando por todas las tareas posibles en la parroquia de Villar del Arzobispo. Comprometida y dispuesta para lo que haga falta, al fallecer su marido, voluntario de Cáritas, Lola quiso continuar, como un legado, la labor que él realizaba. «Eso no se puede parar», decidió.

Profesora de EGB, maestra, puntualiza ella, la dedicación a los niños le ha hecho tener una visión más amplia y sensible de la situación de muchas familias faltas de recursos y el voluntariado en Cáritas le ha permitido percibir intensamente su obligación de comprometerse, de prestar ayuda. Cuenta que han pasado por los cursos del cole niños y niñas a los que había que apoyar porque, aportándoles una serie de recursos podían salir, y muy bien, adelante. No han sido todos los niños que les hubiese gustado pero sí una gran parte que ven lo que se les ayuda y están muy disponibles y dispuestos a hacer lo que haga falta. Y poco a poco van saliendo. Y son muy agradecidos. Es un gran éxito de la caridad. «Crees que tú les aportas pero te quedas de una manera que sientes que son ellos los que están creando en ti un sentimiento extraordinario. El haber ayudado, el haber podido hacer algo, por poco que sea, es una alegría inmensa».

En estos momentos tan difíciles, como primicia de actuación, al voluntariado, a la parroquia y al pueblo entero se les ofreció la posibilidad de comprar vales de cinco y diez euros, cada vale con la relación de alimentos equivalentes a su valor. «Aquí en Villar, cuando hacemos una campaña involucramos a todo el mundo».

La respuesta ha sido buenísima y han podido comprar los alimentos que les son más necesarios. Ahora se plantean adoptar este sistema de continuo. Tienen, además, la suerte de que Consum colabora con ellos y les envía a diario alimentos frescos. Son treinta las familias a las que atienden en una población de poco más de cuatro mil habitantes. Son personas de aquí o llegadas hace muchos años que se han quedado en paro y su situación económica se ha ido deteriorando. Para Navidad, gracias a la coordinación con los Servicios Sociales y la Cruz Roja, optimizan el reparto de alimentos, evitando duplicidades y a partir de ahí se distribuyen las ayudas de mejor manera. 

«Villar es un pueblo muy acogedor. Nos volcamos cuando viene alguien de fuera y tiene alguna necesidad. Hay mucha gente, extranjera, empleada en la limpieza y en el cuidado de mayores y niños».      

«La pandemia ha obligado a poner en otra línea a los voluntarios mayores, que deben evitar al máximo los riesgos de contagio y están dando apoyo afectivo, muy necesario en esta situación, con llamadas de teléfono. Esto ha debilitado al equipo activo pero en la parroquia hay un grupo de personas de treinta a cincuenta años, un equipazo, que funciona muy bien, que colabora, y a gusto, y estamos intentando que sean voluntarios efectivos de Cáritas».

Otra primicia para Lola es que, jubilada ya y con mucho más tiempo disponible, además de la dedicación a su familia, acaba de estrenar el cargo de directora de la Vicaría V. Es cuestión de organización, asegura. Seguirá integrada en la Acogida de su Cáritas  parroquial pero pondrá toda su experiencia y esfuerzo en apoyar la línea de actuación de la Vicaría, para que la campaña institucional llegue a todo el mundo, que sea extensible, que se conozca bien y que empiece a funcionar.  

Piensa Lola, con un suspiro, en lo que pedirá a los Reyes Magos para el año próximo y concluye que lo más importante es que traigan más justicia social, que hagan, por favor, que no nos olvidemos de nadie, que toda persona sea visible, que se nos mueva el corazón.

Añadiríamos, en esa imaginaria carta a los Reyes Magos, que cuiden de todos los voluntarios y voluntarias que como Lola son tan necesarios para las personas a las que la sociedad, en su imparable maquinaria, va desechando sin siquiera percibir que su  dignidad y bienestar son un derecho que nos compete a todos.