Voluntariado joven: ir sumando
La entrevista de hoy son tres, sobre "Jóvenes con corazón", un proyecto lleno de entusiasmo por la revitalización de Cáritas y tres experiencias de personas muy jóvenes comprometidas.
Es una tarea pendiente de la Iglesia prender en los jóvenes la llama del compromiso con su propia fe, con la pertenencia a una comunidad que ora, que celebra la Palabra de Dios, que acompaña y trabaja por sus hijos e hijas más desfavorecidas y vulnerables a través de sus Cáritas parroquiales.
Tras las catequesis de confirmación o la etapa de Juniors muchas creyentes jóvenes no encuentran el lugar para continuar con su vinculación a la parroquia. Es lo que le ocurrió a Carol Moreno, educadora infantil, que fue junior en su parroquia de la Ermita de Torrent desde que tiene recuerdos. Lo dejó hace años y también su relación con la Iglesia. El año pasado, una de sus mejores amigas, con gran arraigo en la parroquia de la Asunción de Torrent, la invitó a formar parte de un grupo de jóvenes de Cáritas que su directora y el párroco estaban intentando formar.
En la pandemia, muchas personas voluntarias, por cuestión sanitaria, han sido de riesgo y no han podido salir de casa. Carol le vio muy buena pinta a la propuesta, dijo sí y se metió de lleno en el grupo piloto de jóvenes de la Vicaría III. Primero sería el curso de formación, a continuación las prácticas en una Acogida y, después, ya vería. Cuenta Carol que durante la pandemia fueron muchos los y las jóvenes que se acercaron a las parroquias, entre ellos su hermano, para ofrecer ayuda. A veces, reflexiona, parece que perdemos la fe en la humanidad y ahí se vio la calidad humana de tantas personas jóvenes.
Ahora Carol está en prácticas en una Acogida parroquial, con una voluntaria que lleva años y le va enseñando. Se ha encargado este año de animar a otros jóvenes de la parroquia a que colaborasen para que las cartas de niños y niñas a los Reyes llegaran a su destino. «Me he dado cuenta de que tienen que ser los jóvenes quienes peguen un grito de ayuda porque hace falta para que el mundo sea más justo. Si muchos jóvenes conociesen lo que se trabaja en Cáritas, lo que se puede hacer, les llamaría la atención, tirarían por este camino. Hay que estar aquí, sí o sí. Sientes la llamada, eres necesaria y puedes ser voz o puedes ser luz de las personas y familias que nos necesitan. No puede ser de otra forma. No puedes dar la espalda».
Puesta la mirada en estos jóvenes que no encuentran su lugar en la parroquia y se alejan, se ha querido dar un paso de mayor amplitud para que no quede uno solo de ellos que no se sienta llamado a seguir formando parte activa de su comunidad parroquial a través de Cáritas.
Aun así, son muchos los chicos y chicas, repartidos por toda la diócesis, que han encontrado en Cáritas el espacio que les vincula al Evangelio, con su compromiso y capacidad de entrega y servicio.
El curso pasado, Caritas inicia en la diócesis un proyecto de revitalización de las Cáritas parroquiales abriendo las puertas a la motivación de las personas más jóvenes para que se ilusionen por emprender la senda de la caridad.
En este contexto, se empezó haciendo un llamamiento para promover el encuentro de jóvenes de las comunidades parroquiales. En dichos encuentros pudieron conocer en profundidad qué es Cáritas y su cometido dentro de la Iglesia.
En mesas de experiencias les brindaron la oportunidad de entender la labor que otros jóvenes ya están haciendo, como Quim Matalí, maestro de profesión, que acometió, siendo muy joven, una aventura, Escoltant als que saben, junto con otros chicos y chicas de su parroquia en Algemesí. El proyecto consistía en compartir tiempo con personas mayores en soledad.
Cuenta Quim que en estos años por el grupo de jóvenes de Cáritas ha pasado mucha gente y todos se han ido contagiando del espíritu del proyecto pero es un tiempo de sus vidas un tanto irregular por los estudios u otras ocupaciones. «Al principio se siente mucha ilusión porque la experiencia aporta una gran riqueza. Quienes lo tienen que dejar se llevan un buen recuerdo y la gente mayor también lo aprecia mucho».
Quim está contagiado de «una extraña enfermedad» que le obliga a decir siempre sí a nuevos proyectos, a ir sumando para los demás. «El proyecto no resta tiempo para uno mismo. Es una inversión en otras personas y eso vale mucho. El trato con las personas mayores hace que sepas relacionarte mejor con cualquier persona. Escuchar, mirar a los ojos, respetar, que sientan que te importan».
Sobre el voluntariado de las personas más jóvenes en Cáritas, explica: «Sí que hay un problema en la desembocadura de la confirmación. Existe mucha visibilidad de los movimientos juveniles pero la experiencia de formar parte de Cáritas u otros proyectos parroquiales no es frecuente. No se trata, que es importante, de guiarse por el testimonio que les puedan contar, sino de acercarse a Cáritas, que lo vean, que lo vivan y eso les hace más sensibles, les llega con mayor intensidad. Deberían conocerla desde la catequesis de confirmación. Por ejemplo, el proyecto Naïm, también en Algemesí, un proyecto de apoyo escolar que forma parte del Programa de Familia, Infancia, Adolescencia y Mujer, ha atraído a un grupito de jóvenes…».
Tras ese primer encuentro, a las personas jóvenes interesadas se les ofreció el curso de voluntariado, como a todas las que quieren ser voluntarias en Cáritas, que finaliza con un periodo de prácticas en sus parroquias. Este les da la oportunidad de incorporarse a proyectos de sus Cáritas, en otras que necesiten refuerzos o en espacios de la Vicaría donde puedan desarrollar sus inquietudes.
Otros encuentros han ido sumando, a la experiencia de las personas voluntarias que llevan más tiempo, la juventud y los conocimientos que aportan las jóvenes recién incorporadas.
La Vicaría III acogió un primer encuentro, seguida de la VIII, siendo ya ambas dos realidades en marcha. Las vicarías I, II y V tienen ya fecha para su encuentro y la iniciativa se está gestando en el resto.
Ha sido el punto de inflexión de la pandemia el que ha mostrado el paso al frente de las personas jóvenes y el potencial que pueden seguir desarrollando y también ha hecho aflorar nuevas carencias de las personas, como la falta de conocimientos informáticos imprescindibles para abrir una cuenta, para realizar cualquier gestión con la Administración o en la búsqueda de empleo. Este es un campo que ha aflorado y en el que los jóvenes pueden aportar mucho ayudando a estrechar la brecha digital, posibilitando que las personas que acompañamos adquieran unos conocimientos, aunque sean mínimos, del manejo de herramientas informáticas.
Es esta una llamada que sale del propio Evangelio, destinada a colarse en el corazón de chicos y chicas que se sienten interesados, motivados por construir un mundo mejor, más justo, más comprensivo, sumando esfuerzos, sensibilidad y ternura.
La invitación a comprometerse con la labor de Cáritas la recibió María García, de Oliva, de una manera muy singular cuando cursaba bachiller. Hoy, una vez titulada, prepara oposiciones y sigue vinculada a Cáritas.
Entonces acudía a misa con sus padres pero sin pertenecer a ningún grupo. En su colegio, católico, sí que les daban charlas sobre voluntariado y siempre le había llamado la atención. Un domingo, el sacerdote dijo que se necesitaban voluntarios para Cáritas y no sabe María muy bien por qué sintió que se dirigía directamente a ella, que le hablaba a ella. «Todo pasa por algo», dice, y aunque frecuentaba la parroquia no conocía Cáritas, no sabía lo que se podía hacer por las personas empobrecidas.
Le picó la curiosidad y pensó que debía probarlo en primera persona. A su padre, que había sido mucho tiempo voluntario de Cáritas y a su madre les pareció muy bien. «Fui a la primera reunión a presentarme, a conocer a los demás y a ver qué me decían y enseguida empecé en Acogida, al principio observando».
Cuenta que los primeros días salía llorando. No estaba acostumbrada porque no se daba cuenta de que había gente tan cerca, de su mismo barrio, que podía tener situaciones tan complicadas. «Siempre se ve como algo lejano. ¡Era tan joven! Pensaba mucho en lo que veía, en lo que contaban y me gustó mucho, mucho, formar parte de la ayuda que se podía prestar a familias que atraviesan situaciones de tanta vulnerabilidad».
«Jóvenes con corazón» es un proyecto lleno de entusiasmo por la revitalización de Cáritas. Las experiencias de Carol, Quim y María nos hablan de tres personas muy jóvenes llegadas al compromiso con la caridad cristiana de muy diferente forma pero con un sentir común: el deber de estar al lado de las personas más débiles y ninguneadas de la sociedad.